
Roland Barthes, en "Fragmentos de un discurso amoroso", publicado por Enfocarte. Fotografía: teconleche
"Humboldt llama a la libertad del signo locuacidad. Soy (interiormente) locuaz, porque no puedo anclar mi discurso: los signos giran 'en piñón libre'. Si pudiera forzar el signo, someterlo a una sanción, podría finalmente encontrar descanso. Pero no puedo impedirme pensar, hablar; ningún director de escena está ahí para interrumpir el cine interior que me paso a mí mismo y decirme: ¡Corte! La locuacidad sería una especie de desdicha propiamente humana: estoy loco de lenguaje: nadie me escucha, nadie me mira, pero continuo hablando, girando mi manivela".
Yo tampoco puedo anclarlo, y eso me dispersa. La foto, espléndida también. Un beso.
ResponderBorrarPuede que en algunos momentos nadie te escuche, pero tus pensamientos están ahí, fraguandose para ser transmitidos.
ResponderBorrarQue no pare nunca! que la capacidad de pensar se extienda como una enfermedad contra la vida aséptica.
Salud!
¿y cuántes veces no habremos estado todos en una espiral?
ResponderBorrarEsa locuacidad interna y esa mudez externa... ahhhh.
ResponderBorrarGracias por sus comentarios y un abrazo a los tres.
Loco de lenguaje, hermoso. La sana(?) obsesión que nos une y divide.
ResponderBorrarA canichu le pregunto: ¿alguna vez hemos estado fuera de la espiral?