25 abril 2007

In Memorian

A Yanis Chimaras

Hace pocos días comentaba en mi programa radial acerca de la muerte de un excelente Músico (así, con mayúsculas) que fue vocalista de la agrupación de rock venezolana de los años 60, "Los Memphis”. Estoy refiriéndome a Charlie Spiteri…

Pues bien, este 24 de abril debo reseñar la muerte de otro amigo, Yanis Chimaras. Actor (así, con mayúsculas también), hombre dedicado a la televisión, que murió a consecuencia de la violencia que se ha desatado en nuestro país, en los últimos años, y que ya prácticamente ha desbordado toda capacidad de asombro. Fue asesinado de varias puñaladas frente a su propia hija, al tratar de impedir un acto de violencia contra una familia amiga.

Lo recuerdo cuando, por el año 1973, nos propusieron la realización de una obra de teatro con alto contenido social, que se realizaría en la ciudad de Cumaná. Como tantos otros proyectos fue abandonado, aun casi antes de ser planteado. Era “nuestra” visión cósmica de Jesucristo Superestrella… Era la versión tropical, allá en las playas de Sucre (en el oriente del país) de la obra de Tim Rice y Andrew Lloyd Weber.

Pasaron los años y nos encontrábamos esporádicamente, como cuando fuimos llamados por el cineasta Román Chalbaud y Miguel Ángel Landa, de la productora Gente de cine para actuar en la versión cinematográfica del libro "Cuatro crímenes, cuatro poderes”, escrita por el inspector Fermín Mármol León, de la policía científica, mejor conocida como PTJ. Allí se relata una serie de crímenes no resueltos, que en el argot policial se denominan “cangrejos”, porque como el conocido crustáceo, cuando camina, parece que no va avanza ni retrocede. Es más, cuando un miembro de esa policía resuelve alguno de esos casos, es premiado con el Cangrejo de Oro. Cangrejo fue el nombre de la película, que contó además con la participación (en la actuación y en la banda sonora) del grupo de rock venezolano “Arkángel”. Pues bien, allí también actuó Yanis Chimaras, quien tenía en su haber más de quince películas como actor y decenas de telenovelas.

Otras veces, nos encontrábamos, subiendo hacia la Colina, sitio donde queda Venevision, la planta de televisión donde se desempeñaba como primer actor, en la novela de Leonardo Padrón, “Ciudad bendita”, cuyo capitulo final llegó a grabar.

Chimaras era un hombre que no le temía al compromiso, fuera de la clase que fuese, y así lo encontró la muerte, ésa que todos los días sale a la calle en las ciudades, pueblos, caseríos y barriadas de nuestro pobre país, Venezuela, donde vemos, como en una mala película, que matan a decenas de personas, víctimas de una violencia que no tiene ningún propósito, salvo el de cobrar la frustración y el resentimiento social al que se nos ha llevado en estos últimos años.

Hace poco, Yanis dijo: “Si existe la reencarnación, yo muero, y de nuevo vivo, vuelvo a ser actor; creo que éste es el mejor oficio del mundo”.

¡Yanis, Príncipe, que las estrellas te guíen a donde quiera que vayas…!

Alfredo Escalante
Caracas, 24 de abril de 2007.

13 abril 2007

El Telón de Azúcar

Marcela Barbaro



En el marco del 9º Festival de Cine Independiente de Buenos Aires –BAFICI–, asistí a varios estrenos de los que algunos no vale la pena escribir, pero hay otros que sí. Este documental es uno de ellos.

Desde Chile, y en calidad de exiliados, los padres de Camila Guzmán Urzúa fueron recibidos con los brazos abiertos por el pueblo cubano, ella por entonces contaba con dos años de edad. El gobierno les dio todo y, lo más importante, la posibilidad de ser felices por muchos años. Así se presenta la autora de este documental en su regreso a Cuba, donde recuerda cómo fue su crecimiento durante la época de oro de la revolución. Su generación perteneció a los llamados “pioneros”, quienes fueron altamente instruidos en los tres niveles de educación así como en materia de compromiso político en pos de la revolución.

Esa etapa donde reinaba la solidaridad entre la gente, donde el Estado les proveía de todo, donde tenían trabajo y el ambiente se poblaba de poesía y trovas mientras soñaban con ser como el Che, fue apagándose a partir de la caída de los regímenes sociales en la URSS (entre otras cosas).


Con su cámara en mano, Urzúa entrevista a sus amigos de la infancia, a los que se quedaron y a los que se fueron. Visita sus lugares de estudio y compara los tiempos de oro de la revolución y los tiempos actuales. Pasado y presente puestos a prueba a través de un sistema político del que, hoy, la autora duda de su autenticidad. Su voz en off conduce el relato y lo encauza a través de un recorrido cronológico para preguntarse si la utopía soñada por la revolución y el pueblo cubano era posible, y si verdaderamente se logró. Estas son las cuestiones que inquietan a la cineasta “desilusionada” del idealismo.

Independientemente del punto de vista ideológico, la mirada de Urzúa no trasciende demasiado sobre las causas por las cuales el régimen cubano ha sufrido ese deterioro que tanto dolor y desilusión le causa. Hay más nostalgia que explicación o investigación. El film hasta podría funcionar como catarsis. Es decir, en ningún momento se plantea que, por ejemplo, la globalización y el capitalismo salvaje pudieran ser la causa de ese deterioro que ha llegado también a otros países del Tercer Mundo.

Sin embargo, es un documental interesante porque abarca a toda un generación que soñó con un mundo y con un hombre mejor. Lo llamativo es que nos enteramos que toda esa generación, incluida Urzúa, se fue de Cuba. Todos ellos tienen estudios universitarios terminados allí, pero su capacidad intelectual fue a aplicarse a otros países. ¿Se tendrían que haber quedado allí devolviendo todo lo que les dieron? ¿Eso está bien o está mal? ¿El Estado no debería retener a quienes ha capacitado tanto en lo ideológico como en lo intelectual? Algunos de los entrevistados dicen que una de las razones por las que no se quedaban era que no tenían elementos para poder trabajar y que además no trabajarían por módicas sumas de dinero. ¿Cómo se actúa a partir de ese planteo? En fin, ¿qué ha pasado con las utopías: se necesita que mueran para que nazcan otras o siempre serán las mismas recicladas?

El telón de azúcar nos invita a la reflexión, a pensar algunas de las cuestiones que plantea directamente y las que también se traslucen. Vale le pena observar su mirada en este presente indescifrable.

08 abril 2007

Jem Cohen

Liliana Sáez


Buenos Aires late al son del Noveno Festival Internacional de Cine Independiente. En mi camino de una sala a otra me crucé con un grupo de gente que literalmente había acorralado a alguien junto a la rampa de salida. Como buena curiosa que soy me asomé a ver de quién se trataba y me encontré con un hombre asombrado que trataba de responder el bombardeo de preguntas que unos jóvenes muy jóvenes le hacían.

El personaje arrinconado es un cineasta autodidacta que ha realizado una serie de trabajos con distintos músicos y que se dice influenciado tanto por Vertov como por la música punk. El Festival ofrece una retrospectiva de su obra, en la que ha dejado impresa su impronta under.

Quien con los ojos muy abiertos y tratando de responder al acoso cinéfilo no era otro sino Jem Cohen. Un hombre que utiliza cámaras de 16mm, de 8mm. o de video para hacer un cine que responda a sus "19 deseos para un cine activista".

Descubrió el cine de la mano de una cámara que buscaba retratar la ciudad que no se deja atrapar por ningún guión, esa que late más allá de los ritmos que le impone la sociedad, esa que no vemos porque estamos absorbidos por el aislamiento que la misma ciudad nos impone... Posteriormente, su cine se encauzó a filmar junto a músicos independientes, buscando realizar –según sus propias palabras– un verdadero "anti-MTV". Su búsqueda, con bandas como Fugazi, Benjamin Smoke o The Ex, intentaba explorar nuevos caminos, alejados del playback automático y acostumbrado.

Chain es una de sus últimas películas. Es el regreso a la ciudad, luego de haberse internado en el mundo de la música, y es haberse encontrado con que ya no había calles, sino centros comerciales. Al ampliar la mirada hacia otras ciudades, encontró semejanzas en estos espacios cerrados, donde todo se parece, donde se han borrado las marcas regionales, aquellas que diferencian y hacen único y propio un lugar.

A pesar de que se insiste en catalogar a Jem Cohen como un cineasta independiente, outsider o underground, él prefiere decir: "Estoy completamente confundido acerca de cómo etiquetar mis trabajos. Son simplemente películas con sonido. Nunca me gustó la definición 'cine experimental', me parece una especie de gueto que implica una experiencia difícil y no accesible para la gente". Sin embargo, no deja de afirmar su admiración por Jonas Mekas o Chris Marker, por Cassavettes o Kiarostami...

Sin aliento, el diario del Festival, en su número 3, publica los "19 deseos para un cine activista" que aquí reproduzco y que me deja pensando sobre la validez o verdadera posibilidad de cada uno de ellos. Quiero decir, respeto lo que pide, pues son sus deseos, sólo que me pregunto si los comparto, si en algún punto no se contradicen... Pero, por otro lado, aplaudo esta iniciativa de expresar aquello que esperamos de cine, aquello que quizá olvidamos cada vez que nos sentamos en una butaca a recibir todo lo que se nos ofrece sin chistar.

19 deseos para un cine activista
Jem Cohen

1. Que me cuente algo que no sepa y pregunte tanto como responda.
2. Que sostenga un espejo frente al mundo roto.
3. Que tome una nueva forma, de alguna manera distinta de la de películas anteriores, especialmente aquellas dentro de su propio género.
4. Que no deshumanice o utilice golpes bajos.
5. Que sea como un shock, incluso bajo una forma incómoda o alegre.
6. Que no se vea como un video musical, o huela como una publicidad.
7. Que sea, de alguna manera, misterioso, ambiguo, extraño.
8. Que sea, de alguna manera, divertido.
9. Que me inspire furia.
10. Que me inspire hacia la paz.
11. Que no se guíe por los mandamientos de Hollywood (cine como negocio, películas como productos, adoración de celebridades y espectáculo, vida en tres actos predecibles).
12. Que sea más que propaganda.
13. Que evite el sentimentalismo.
14. Que le hable con verdades al poder.
15. Que les hable con verdades a los sin poder.
16. Que busque en las sobras de la historia.
17. Que me haga querer ponerme a trabajar.
18. Que luche por la honestidad.
19. Que me vuele la cabeza.