25 enero 2008

Solo contra todos

SEUL CONTRE TOUS (Gaspar Noé, 1998)

Raúl Bellomusto

Gaspar Noé nació en la República Argentina en 1963, pero la mayor parte de su filmografía es en lengua francesa. Se dio a la fama mundial con Irreversi­ble, donde se muestra una violación en “tiempo real”. Antes de esta obra, Noé había realizado la que hoy nos ocupa con relativo éxito comercial. Eso sí: es mucho más fuerte y polémica que la protagonizada por Mónica Bellucci. Con ustedes, uno de tantos análisis que se le pueden efectuar:

EL EXISTENCIALISMO EN SOLO CONTRA TODOS:




Solo contra todos cuenta la patética historia de un carnicero (innominado per­sonaje a cargo del actor Philippe Nahon), que luego de estar preso por apuñalar a un hombre, decide reencaminar su vida cuando sale de prisión. "Hoy pongo el contador en cero" dice casi al inicio del film, pero las cosas no salen como él piensa, y a medida que se le van cerrando todas las puertas, comienza un progresivo desequilibrio que lo lleva irremediablemente a la tragedia.

Retrocediendo a un tiempo anterior al cinematográfico, consignemos que el personaje vivía solo con su hija tras ser abandonado por su mujer. Cierto día la niña tiene su menarca y corre al negocio de su padre, asustada. “El Carnicero”, al ver la sangre, cree que la pequeña ha sido violada y entonces sale enfurecido del local y asesina a un inocente. Éste es el hecho que lo ha llevado a la cárcel. La película, entonces, co­mienza a partir de la recuperación de su libertad (cuestión absolutamente paradójica en tanto a los resultados de sus vivencias, pero en línea, como veremos, con un plan­teamiento de orden sartriano). Los eventos anteriores los conocemos gracias al relato en off del propio protagonista (como muchas otras cosas en la obra, configurando un recurso sobre el que volveremos sistemáticamente en este análisis). Asimismo, como vuelta de tuerca adicional por parte del cineasta –luego veremos cómo opera esto en el marco de este análisis–, “el Carnicero” es un personaje omnipresente en la filmografía de Noé, siendo que proviene del cortometraje Carne (1991) y es, a su vez, quien abre el relato de Irreversible (2002) contando su experiencia de haber ido a dar a la cárcel por la relación incestuosa con su hija (tópico que queda abierto como la continuidad de Solo contra todos hacia el final del film).

Según Kant, el hombre está dotado de universalidad, es decir, en el concepto humano se encuentran todos los hombres. Cada hombre, por consiguiente, es un ejemplo particular de el Hombre (así, con mayúsculas) como noción universal. Pero tenemos a Sartre, que desde su existencialismo ateo se pregunta ¿qué pasaría si todo el mundo procediera de la misma manera? El hombre, para Sartre, es el único que no solamente es tal como él mismo se concibe, sino que es tal como él se quiere: no es otra cosa que lo que él se hace, un proyecto que se vive subjetivamente.

Podemos resumir el pensamiento de Sartre en este sentido como sigue: la existencia del ser humano es anterior a su esencia; no hay nada parecido a una “na­turaleza humana” en el sentido que lo entiende la filosofía escolástica o racionalista. No existen normas, principios o valores establecidos de una vez y para siempre; éstos dependen de las distintas situaciones. Esto le crea una inseguridad al ser humano, que lo sume en la desesperación, de la que sólo puede librarse por medio de la acción. Una acción que, a su vez, sólo es comprensible desde la perspectiva de la libertad humana, concebida no como algo dado desde el principio, sino como una tarea y un objetivo que el individuo debe perseguir durante toda su vida. Y es por esto que no se puede negar que el existencialismo, filosofía orientada a conseguir mayores cotas de libertad y de perfección para el ser humano, sea, Sarte dixit, un verdadero humanismo.

Así las cosas, está claro que “el Carnicero”, ya desde el título del film, es una criatura eminentemente sartriana. Desde el punto de vista del aislamiento del perso­naje, de su soledad (física y existencial), de esa voz de su conciencia que lo interroga y que se responde por sí sola desde el relato en off de Philippe Nahon, Noé nos conduce hacia esas otras características de la moral existencialista de las que nos hablaba Sartre: la angustia, el desamparo, la desesperación, la mala fe (la buena, por oposición), la responsabilidad, la moral laica. Es evidente que “el Carnicero” tiene su propia moral, o, al menos, desea construirla y consumarla luego de su estancia en la cárcel. El personaje (el hombre) arrastra su historia y su procedencia y desde allí debe proyectarse al futuro, al “porvenir virgen” según Sartre. El hombre, está condenado a ser libre. Y arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.

Entonces, ¿cómo muestra todo esto Noé, más allá de algunos detalles ya apuntados? En tanto al contenido de la historia, es claro que el personaje, a medida que la sociedad, por una u otra razón, lo va dejando de lado (económica y afectiva­mente), comienza a construir, interiormente, su propia moral: opina (y opera) sobre quién merece vivir y quién morir, comienza a trazar su propia línea del bien y del mal, fantasea continuamente; mastica y rumia su bronca, establece sus leyes. Esa línea se va corriendo, paso a paso, fracaso tras fracaso, hasta dejarlo, prácticamente, sólo co­ntra todos. Pero aún tiene a su hija y a la esperanza de estar con ella.

En Recuerdos (Stardust memories, 1980) el personaje de Woody Allen dice que hay distintas escalas de problemas que afectan al hombre. En primer término, el hambre, la necesidad de comer y sobrevivir. Estas cuestiones son básicas y se accede a ellas, generalmente, con dinero. Luego, cuando el dinero está y el hambre se encuentra saciado, el hombre se debate con problemas más arduos: el amor y la muerte por ejemplo. Y esos temas, los existenciales, son, para el hombrecillo de Manhattan, más dificultosos de resolver (de hecho, algunos no tienen solución) puesto que ni siquiera el dinero ayuda a desentrañarlos. Pues bien, nuestro hombre, “el Carnicero”, los padece todos al mismo tiempo. ¿Cómo no pensar en que los problemas “universales” no lo afectan? O, mejor dicho, ¿por qué no pensar que problemas que pueden ser universales, cuando atacan al unísono a un individuo, como lo hacen con el personaje, no constituyen, para ese individuo, “un mundo en sí mismos”? De allí a entender la mecá­nica de esta “moral individual” sólo resta un pequeño paso. Desde el punto de vista cinematográfico, Noé trabaja este aspecto con la identificación para con el personaje. Ahora bien: ¿cómo hacerlo, si, al cabo, se trata de un ser revulsivo? La solución adop­tada por el director está en la forma.

Desde lo formal, entonces, la película nos muestra el aislamiento y la angustia del personaje a través de una puesta en escena en sintonía con lugares lúgubres (a pesar de tratarse de paisajes urbanos, Gaspar Noé se queda siempre en el muestrario de locaciones apagadas, peligrosas, casi inhumanas, dejándonos la sensación de que el lado oscuro, sucio y miserable de las ciudades es el único habilitado para ciertas gentes). La puesta de cámara es rica en primeros planos inesperados y a la vez sofocantes, acompañados de cuidados efectos sonoros que consiguen sobresaltar al espectador cuando menos lo espera, y rígidos fundidos al blanco. El montaje es duro y ríspido. Se crea así una atmósfera angustiante, incómoda y en los momentos más crudos, casi imposible de soportar. Noé “filma feo” a propósito, y logra el clima perfecto para esta trama sórdida, desgarradora y visceral. Finalmente (nuevamente) debemos puntualizar que de manera casi permanente se escucha la voz en off del protagonista, desnudando sus pensamientos, mostrando cómo recorre una y otra vez el camino desde la espe­ranza hasta la frustración, cada vez más profundo. Hasta que por fin llega al límite. Este es el principal elemento de identificación utilizado por el director. Veamos un ejemplo: en cierto momento puede oírsele: "las relaciones humanas son un comercio infame"… Resulta inquietante darse cuenta de que ninguno de nosotros suscribiría esa frase pero, al mismo tiempo, esa voz en off está tan poderosamente anclada en las circunstancias que oprimen al personaje que su conclusión parece completamente lógica. ¿En qué piensa un hombre que sólo tiene acceso a un revólver y tres balas?

Las maneras en que Noé nos da respiros también son variadas: desde el extrañamiento a la historia que provocan los intertítulos (hasta uno en que se nos invita a salir de sala pues se viene “lo más violento”) hasta la resolución del filicidio tomado en clave fantasiosa (el otro final, el “verdadero”, no es menos patológico: el incesto); pero esto se aleja del tratamiento de lo sartriano que se pretende en esta interpretación.

Queda para el final la prometida reflexión acerca de la omnipresencia de “el Carnicero” en la filmografía de Noé: ¿será, acaso, la manera del director de confrontarnos con nuestros aspectos morales más descabellados? Dicho de otra manera: ¿no será “El Carnicero” el dueño de una voz que muchas veces nosotros mismos callamos? La película resulta difícil de digerir (como las preguntas anteriores) y es lógico: a nadie le gusta apreciarse en un espejo que devuelve una imagen como ésta. Pero si el espejo la devuelve, la imagen está. Peor aún, lo que está es el cuerpo que proyecta esa imagen.

9 comentarios:

Liliana dijo...

Buenas preguntas para confrontar toda la obra de Noé.
Muy buen artículo, Raúl. Felicitaciones.

Faro Rojo dijo...

¡Esto marcha!!!
Buen artículo.

Anónimo dijo...

¡A esto llamo claridad critica! Se asocia a la atiborrada existencia de cada uno de nosotros la de este personaje y con precisos fundamentos filosoficos. Esto es una invitacion a ver la pelicula... y mas que a verla, a sentirla. Gracias Raul.

Anónimo dijo...

¡Hoy es un gran día!

Raquel dijo...

Tendría que verlo para opinar con todo conocimiento, pero el comienzo, narrado así, parece un poco inverosímil. Un saludo.

Raúl dijo...

Coincido con vos, Raquel. Y tal vez más: probablemente mucho de lo que se ve y sucede en la peli pueda resultar inverosímil (a veces, difícil de digerir, que no es lo mismo). Pero ya, se trata de una de esas obras donde no importa tanto el cuento como sus consecuencias en el espectador.
Saludos!!! Y gracias a todos por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

mediocridad en estado natural

Liliana dijo...

Agradecemos identificarse al dejar un comentario.

Anónimo dijo...

Vi la película ayer y me pareció muy buena... Suscribo con el personaje excepto en el punto en que llegó a pensar en cometer el incesto... Creo que la única salida posible para el personaje hubiera sido el suicidio...Aunque claro, eso no nos hubiera permitido verlo en Irreversible. La escena en la que dice que "las relaciones humanas son comerciales": conozco personas que suscribirían perfectamente a esa opinión.