07 mayo 2008

Resonancias:

Divagaciones en torno a los diálogos entre cine, pintura y fotografía, con motivo de la visita al Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).

por Yorgos


Cámara subjetiva. El pintor mira hacia el fondo del cuadro donde posa su joven criada acicalada para la ocasión, mostrando una túnica de color azul cielo bajo la que se esconde su misteriosa cabellera dorada, luciendo en los lóbulos de las orejas unas perlas de tal belleza que jamás podría haber imaginado. Con un travelling, la cámara se acerca hacia su figura lentamente, ralentizando la acción. Entonces el espectador es engañado, deja de ser el pintor quien mira a la muchacha, ahora es cada uno desde su butaca, esa cámara subjetiva. Se es partícipe de ese acercamiento en el que parece detenerse el tiempo. Termina el travelling y el cuadro se perfila delimitándose tal y como Vermeer lo había creado. El espectador abandona la imagen fílmica y se tele-transporta de forma intuitiva hacia la imagen pictórica, fusionando finalmente para sí, ambas imágenes en una.

La joven de la perla (2005), de Peter Weber representa una amplia recreación de la atmósfera pictórica del pintor holandés Johannes Vermeer. Es sin duda un caso, en que la reminiscencia de la pintura en el cine es más que recurrente. La mejor forma de recrear un momento histórico que únicamente conocemos mediante el imaginario de la pintura, puesto que ello dota al film de verismo, siguiendo la máxima Baziniana de que el espectador ha de creerse lo que ve. O, del mismo modo, uno puede remitirse a una misma imagen cuando piensa en un concepto determinado, en una idea. Así Ray Loriga pensó en reproducir literalmente con su puesta en escena fílmica el Cristo yacente de Andrea Mantegna (1490), para su escena de Cristo tumbado en Santa Teresa, el cuerpo de Cristo (2006). De la misma forma que lo tomó Zvyagintsev para colocar dormido al referente de los niños protagonistas de El regreso (2003), el padre desaparecido, al que observan como si estuvieran ante la resurrección de un ser sagrado.

De la misma forma, podríamos encontrar innumerables ejemplos en películas de todo tipo, aunque principalmente de carácter histórico, no sólo con recreación de atmósferas pictóricas, sino de cuadros concretos, representados en el celuloide a modo de “tableaux vivants”, desde Rohmer a Passolini o a Díaz-Yanes entre muchos otros*.

Otros y más numerosos son los casos en que estas conexiones se establecen de una forma más abstracta, tomando el cine la luz, los contrastes, la composición o las disposiciones cromáticas de la pintura y no una imagen al pie de la letra. De esta forma, resulta innegable la relación entre pintura y cine expresionista o, por citar un ejemplo más cercano, la influencia de pintores como Rembrandt, Velázquez, Vermeer o Goya en el cine de Víctor Erice. ¿Y es que qué sería del cine de Hitchkock, Lynch, Leone o Wenders sin la influencia de Hopper? Las escenas nocturnas y solitarias, de cafés, de atmósferas de alta tensión psicológica creadas por este pintor norteamericano, influenciaron claramente algunas de las películas de estos cineastas. Sin ir más lejos, Sergio Leone reconoció en todo momento que durante el rodaje de Érase una vez en América (1983) los cuadros de Hopper se reproducían en su mente. “Hay sitios de Estados Unidos donde pones la cámara y te sale un cuadro de Hopper”, diría Wim Wenders. Y es que la cámara de uno buscaba una vez tras otra la reminiscencia del pincel del otro, conscientemente.

¿Pero, se ha producido una influencia recíproca del cine en la pintura? En menos medida, el cine también ha influenciado en diversas ocasiones a la pintura del s.XX. El ejemplo más claro probablemente sea el de Warhol, a nivel de iconos cinematográficos y por lo tanto populares. De ahí sus reproducciones seriales de Marilyn Monroe. Del mismo modo, se estudiaron en pintura la secuencialidad de las imágenes, el plano-contraplano o la disposición de nuevos encuadres. Véase Bacon.

Con todo, podríamos decir, tras una revisión tan general y escueta como esta -así pretende ser-, que la pintura ha tenido y tiene una influencia y repercusión de peso en cuanto a lo la representación visual se refiere, en el imaginario del cine. Un imaginario que durante siglos fue gobernado por la misma pintura y en el que también tuvo gran protagonismo la novela y la fotografía durante el s.XIX, hasta que nació el cine. Iniciándose así una hegemonía del séptimo arte que se vería mermada a partir de la creación de la televisión y más aún con los nuevos avances tecnológicos. Hablamos más que de imágenes, de iconografía, de la creación de tópicos, de las reminiscencias que aportan unas imágenes a otras, de las significaciones que esconde la imagen en sí misma.

La entrada del cine en el museo

El cine, respondiendo a su merecida denominación de séptimo arte, ha entrado en los últimos años en los museos, creando gran expectación entre sus visitantes. El espectador puede asistir al fenómeno cinematográfico ya no desde la butaca, sino de pie ante él, como si mirara una escultura o un cuadro. En España, el Centro de Cultura Contemporánea (CCCB) -del que como saben ya se ha hablado en este blog-, ha tenido gran importancia en este aspecto. Desde la impresionante exposición en 2001 en la que se analizaba el modo de entender el espacio según la mirada de los grandes cineastas contemporáneos (Lynch, Angelopoulos, Cronenberg, Wong Kar Wai, Kiarostami y un largo etc.) denominada La ciudad de los cineastas, han pasado las Correspondencias entre Erice y Kiarostami, la comparativa entre cine y pintura de Hammershöi y Dreyer o Las mujeres que no conocemos, de En la ciudad de Sylvia (Jose Luis Guerín, 2007). En esta ocasión, se realiza una reflexión de la influencia del cine sobre la fotografía con Magnum, 10 secuencias: el cine en el imaginario de la fotografía, una exposición procedente de la Cinemateca francesa.

La influencia del cine en la fotografía

El mérito de la exposición Magnum, 10 secuencias, es hacer converger dos tendencias artísticas como son el cine y la fotografía y conseguir que dialoguen. Un diálogo realizado a través de las comparativas entre: Abbas y Rossellini; Harry Gruyaert y Antonioni; Mark Power y Kieslowsky; Patrick Zachmann y el cine de Shangai de los años treinta; Gueorgui Pinkhassov y Tarkovski; Antoine d’Agata y su propio film Aka Ana; Pilles Peress y Alain Resnais; Alec Soth y Wim Wenders; Bruce Tilden y el cine negro americano; Donovan Wyle y Alan Clarke.

La agencia Magnum Photos fue creada en 1947 por reporteros de guerra de la talla de Robert Capa, David Seymur o Henri Cartier-Bresson, configurándose como un referente del fotoperiodismo hasta nuestros años. Tal vez por esto, resulta paradójica a simple vista esa herencia cinematográfica que caracteriza la obra fotográfica exhibida en el CCCB. Si el fotógrafo cede ante la esencia de la puesta en escena y la formación del cuadro del cine, destruye los pilares básicos de este tipo de fotografía que podríamos denominar documental, puesto que anula su instantaneidad, objetividad y unicidad. Los fotógrafos participantes de la exposición se someten al reconocimiento e incluso al hallazgo de imágenes que les pertenecen y que crearon bajo influencia de unas referencias cinematográficas asimiladas unas veces de forma consciente y otras no tanto. En unas ocasiones se les reconoce esa instantaneidad, esa forma de manejar el objetivo de forma casi innata. Pero todo no es tan simple, a veces, subconscientemente, en esa toma de la imagen que responde a las leyes de la fotografía o a una rigurosa determinación personal, resurge la influencia de unas imágenes primigenias que un día se observaron y causaron gran impacto, permaneciendo ocultas en el interior de cada uno.

Patrick Zachmann observó que su trabajo de veinte años en China estaba influenciado inconscientemente por el cine de Shangai de los años 30, que contribuyó a crear su propio imaginario visual. Gueorgui Pinkhassov encontró en Andrei Tarkovski una figura fundamental. Lo acompañó durante los rodajes de El espejo (1975) y Stalker (1979) y tomó instantáneas de todo, también del padre de Andrei, Arseni. Bruce Tilden muestra la influencia del cine negro americano en algunos de sus retratos urbanos basados en la tradición de la street photography, sin reparar en artificios.

Y así, hasta completar las 10 miradas distintas que forman una exposición estructurada minuciosamente y de la forma más dinámica posible. Cada bloque es, como cada mirada, algo distinto, una novedad para los sentidos. El visitante dispone -como debe ser- de la información estrictamente necesaria, sin excesos que lo saturen, con la información visual y escrita necesaria para vivir una experiencia enriquecedora.


*En La Marquesa de O (Eric Rohmer, 1976) hay una clara recreación de La pesadilla (Fussli, ca. 1782); en La Ricotta (1963) y El Decamerón (1971) de Passolini, del Descendimiento (Rosso Fiorentino, 1521) y El juicio Universal (Giotto, 1304-1306) respectivamente; en Alatriste (Agustín Díaz-Yanes, 2006), de La rendición de Breda (Diego Velázquez 1635).

3 comentarios:

Liliana dijo...

No quise romper la magia del texto, que con un título extenso y la imagen elegida por el autor nos introduce en la profundidad en que se abisma nuestro más reciente colaborador. Así que aquí va la presentación:

Estamos ante un texto de Yorgos, un bloguero que se acercó un día por Kinephilos y que me sorprendió cuando devolví la visita a su blog. Lo invité a publicar en este espacio, y respondió con tan buena voluntad que aquí lo tenemos.

Es un verdadero placer leer su nota, donde se trasluce la pasión no sólo por el cine, sino por el arte en general. Por supuesto también están invitados a visitar su blog, que hemos enlazado desde el nombre de nuestro colaborador.

¡Gracias, Yorgos!¡Bienvenido!

yorgos dijo...

Lo primero de todo, darte un millón de gracias Liliana. Me hace mucha ilusión participar, ustedes tienen algo especial y muchas cosas que enseñar respecto al cine. Estoy aprendiendo mucho leyéndolos. El placer es mío.
Así que por supuesto, un saludo también a todos los colaboradores!
Gracias de nuevo!

Raúl dijo...

Bienvenido Yorgos!!! Un placer leerte...