16 marzo 2006

Re-visiones: Los guantes mágicos

LOS GUANTES MÁGICOS
Marcela Barbaro

El Renault 12 fue uno de los autos más vendidos en la Argentina. Es un modelo que marcó tanto una época como a una generación pasada. Los guantes mágicos será el espejo que reflejará ambas cosas.

Después de Rapado y Silvia Prieto, Martín Rejtman vuelve a encauzar los problemas de una generación que ronda los cuarenta, afectada por la crisis económica y social argentina, a la que se suma la desvalorización de los tiempos que corren.

Alejandro (Gabriel “Vicentino” Fernández Capello) es remisero. Maneja su queridísimo y cuidado Renault 12 y no tiene más aspiración que esa. Distanciado de su novia Cecilia (Cecilia Biagini), una depresiva crónica que busca refugio en fármacos y alcohol, forma amistad con un pasajero, Sergio, alias “Piraña” (Fabián Arenillas). Un músico desconocido que grabó su primer disco de rock pesado. Juntos, y tratando de hacer “el negocio” de sus vidas, deciden importar guantes mágicos.

A esta trama, se entreteje un universo de personajes de lo más disparatados y con logradísimas interpretaciones. Una azafata despreocupada y reiterativa (Valeria Bertucelli), el hermano de “Piraña”, que consiguió trabajo en Canadá como actor porno (Diego Olivera), Susana (Susana Pampín), esposa de “Piraña”, una consejera y preguntona verborrágica con síndrome culposo y un paseador de perros depresivo. De este circo, se desprenden las situaciones y los diálogos más absurdos. Un discurso cargado de sarcasmo, que da lugar a la risa y a la melancolía al mismo tiempo.

Rejtman muestra su mirada desilusionada sobre la realidad. Sobre el apego hacia valores que hoy se consideran caducos. Retrata la monotonía diaria a través de un tiempo continuo, sin respiro, donde cada uno se deja llevar por la vida. Y en esa cotidianidad, los seres son estancos y pasivos, más allá de que una circunstancia anecdótica se les cruce por el camino y cambien un poco de rumbo. Nadie se plantea nada ni si pregunta el porqué de tantas cosas.

En un mundo donde lo que predomina es el individualismo, la soledad y la incomunicación, el consuelo está volcado hacia un bien material, el auto. “¿No será que el coche te habla a vos, que está queriendo decirte algo?”, le pregunta Valeria a Alejandro, y en esa pregunta se podrían comprimir las falencias que nos aquejan y los consuelos que nos inventamos.

1 comentario:

Liliana dijo...

La vi este fin de semana. Me llamó la atención que a pesar de funcionar como grupo todos los personajes, ya que se encuentran en varias oportunidades y se establecen lazos entre ellos, cada uno está en la soledad más absoluta.
Y sí, creo que el auto es el único compañero de Alejandro, quien encuentra en todos los autos semejantes "voces" que le hablan.
Buen reflejo de nuestra sociedad.