27 marzo 2008

El mundo de Hayao Miyazaki

Carlos Sanz González (*)


Hayao Miyazaki es uno de los directores de animación más importantes de Japón y del mundo. Sus películas son hitos dentro del anime y le han permitido ganar premios tan inalcanzables para otros artistas como el Oso de Oro de Berlín o el Oscar. Intentaremos explicar el porqué de este éxito, adentrándonos en su técnica y en su personalísimo estilo.



El cine japonés y la Segunda Guerra Mundial

Para hablar de cine japonés hay que tener en cuenta a los grandes maestros clásicos: Akira Kurosawa, Yasujiro Ozu, Kenji Mizoguchi, y continuar por los genios actuales, tanto en imagen real (Takeshi Kitano, Takashi Miike o Kinji Fukasaku) como en animación (Katsuhiro Otomo, Satoshi Kon o Mamoru Oshii).
La apertura del cine nipón a Occidente se produjo en 1951, cuando el maestro Kurosawa rodó Rashomon. Esta cinta fue proyectada en el Festival de Venecia, donde fue galardonada con el León de Oro, y en el mismo año también ganó el Oscar a Mejor Película Extranjera. Esta fecha supone un punto y a parte dentro de la cinematografía japonesa, especialmente porque se produjo pocos años después de la Segunda Guerra Mundial, hecho que afectó especialmente al país y a su producción cinematográfica. A partir de aquí, Occidente comenzó a descubrir la cinematografía nipona, ayudado sobre todo por los teóricos de la Nouvelle Vague francesa y en especial por Godard, que elevó a Kurosawa y a Mizoguchi a la categoría de autores.
El 2 de septiembre de 1945 es la fecha de la rendición de los japoneses tras el lanzamiento de las dos bombas nucleares de los Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki. Muchos artistas nipones ven en este día un cambio radical dentro de su sociedad y por lo tanto dentro de su producción artística: a partir de aquí se intentaron asemejar a las democracias europeas, rechazando cualquier aspecto histórico anterior. El pueblo japonés renegó de su pasado, todo lo anterior a la guerra fue considerado en conexión con el totalitarismo y el nacionalismo radical, y condenado como algo negativo que había que erradicar.
Tras la Segunda Guerra Mundial aparecieron dos grandes corrientes dentro del cine japonés: una que pretende mostrar la historia del país y que se ejemplifica perfectamente con los dramas históricos de Kurosawa (que llega a adaptar obras del mismísimo Shakespeare a un ambiente japonés) o las historias cotidianas de Ozu; otra rama busca todo lo contrario: ve en Japón la decadencia y la falta de valores democráticos que ellos encuentran en Europa. Así artistas como Otomo en su obra maestra Akira (1988) critica la jerarquización cada vez más radical de su país y lo que esto provoca en las capas más bajas de la sociedad: el autodestrucción.

El joven Miyazaki

Con este ambiente de crispación y renegando del pasado de su país se crió Hayao Miyazaki. Nacido el 5 de febrero de 1941 en Tokio, procedente de una familia dedicada a fabricar los timones de cola de los famosos cazas Zero durante la Segunda Guerra Mundial, pronto se impregnó de ese sentimiento de “europeización” del país nipón.
En sus primeros años comenzó a dibujar principalmente motivos relacionados con la aviación, desde máquinas reales hasta artefactos imaginarios, claramente influenciado por la empresa familiar en la que pasaba la mayor parte del tiempo. Aquí comenzó una tarea que ha seguido practicando durante el resto de su vida: dibujar elementos reales y tomarlos como bocetos que, unidos a su enorme imaginación, se convertían en máquinas inimaginables.
En 1963 se gradúa en la Universidad de Gakushuin en Ciencias Políticas y Economía, aunque pronto se da cuenta (afortunadamente) de que ese no es el futuro que realmente desea. Y lo hace rápidamente: a finales de ese mismo año ya estaba trabajando de intercalador para la Toei Animation, el puesto más bajo de cualquier animador: se encarga de realizar los dibujos intermedios entre las animaciones principales, algo muy monótono y costoso pero imprescindible. Aquí es donde conoce a Isao Takahata, otro de los grandes maestros de la animación japonesa y con el que fundará el Studio Ghibli, algo de lo que hablaré más adelante.
A principios de los años 70, los dos amigos se trasladaron al estudio A-Pro y de ahí a Zuiyo Pictures. Allí Miyazaki recibe su primer encargo: viajar a Suiza para crear los diseños y organizar la producción de una serie llamada Heidi: La Niña de los Alpes, dirigida por su inseparable compañero Takahata. Dos años después viaja a la Argentina y a Italia, esta vez para preparar Tres mil millas en busca de mamá, mayormente conocida como Marco, de nuevo bajo la dirección de Takahata. El final de esta década estuvo marcada por la dirección de otra serie de culto, donde alcanza la autoría total: Conan, el Niño del Futuro, producida por Nippon Animation y con la colaboración de su gran amigo y posterior director de Ghibli, Yoshifumi Kondo, como animador jefe. En esta década también realiza su primer largometraje como director: Lupin III: El Castillo de Cagliostro (1979), que cosechó un enorme éxito.

La autoría del maestro

Tras el gran recibimiento que tuvo su ópera prima tanto de crítica como de público (el mismísimo Steven Spielberg confesó que la escena inicial de la cinta es una de las mejores persecuciones policíacas de la Historia del Cine), todos los proyectos del director se cuentan por éxitos.
Con su siguiente largometraje, Nausicaä del Valle del Viento (1984), basado en un manga previo del propio Miyazaki, demuestra su genialidad al hacerse cargo de todos los apartados del film, con su amigo Takahata como productor. También es su primera película en que trabajó junto al compositor Joe Hisaishi, habitual en sus largos, a partir de entonces, y de otros directores japoneses, como Kitano. Para algunos (entre los que me incluyo) es su obra más personal, la que mejor recoge los sentimientos del director respecto al mundo en el que vivimos: sabe exponer perfectamente los problemas de contaminación que genera el hombre y la destrucción de la naturaleza por la acción antrópica.
Sin embargo, pese a que la película está principalmente basada en el manga de Miyazaki, existen numerosas diferencias entre ellos. Se podría decir que el largometraje está principalmente inspirado en los dos primeros tomos del manga (que en total consta de seis tomos), por lo que el final resulta muy forzado y quedan numerosos elementos de la historia en el aire. Esto es por que en 1984, cuando Miyazaki decidió dirigir la película, sólo había realizado los dos primeros tomos, y por lo tanto tuvo que crear un final que no se ajusta con el del sexto tomo del manga, el cual concluyó en 1994.
Este fue un problema muy importante de la producción de la película, puesto que el final no era el que Miyazaki había pensado en un principio. Se ha llegado a decir que la conclusión que el director había ideado era más parecida al final que se da en La Princesa Mononoke, donde no hay vencedores ni vencidos y donde la moraleja final varía según cómo lo interprete cada espectador. Analizando el final que se da en el sexto tomo del manga, donde el pueblo del Valle del Viento con Nausicaä a la cabeza, tienen que volver a empezar de cero y, aunque debido a todo el daño que le han hecho al planeta antes se encuentran con todas las ciudades destruidas y sin apenas alimento, muestra un carácter muy optimista con la última frase que dice la princesa Nausicaä a su pueblo: “Vamos a caminar juntos, por muy duro que sea el camino... tenemos que vivir”.
Con esta última frase, se puede adivinar que Miyazaki pretende mostrar al lector que siempre hay una segunda oportunidad y que por mucho daño que el ser humano haya hecho a otros hombres o a la propia naturaleza, debemos aprender de nuestros errores para no cometerlos más. Esta moraleja final es muy similar el final de La Princesa Mononoke, donde el Espíritu del Bosque desaparece y “hace desaparecer” cualquier resto de acción antrópica, consiguiendo que la naturaleza reine. Sin embargo no muestra una desolación total: el ser humano sigue vivo para volver a empezar su vida partiendo del respeto al hombre y a la naturaleza que le rodea, dándole esa segunda oportunidad.
En Nausicaä ya podemos adivinar algunas de las constantes que mantendrá Miyazaki durante el resto de su filmografía: aparatos voladores originalísimos, entre lo mecánico y lo orgánico; la destrucción de la naturaleza por parte del hombre, sobre todo por las guerras entre las distintas naciones; una protagonista femenina decidida y muy madura para su edad; y su especial inclinación por los cerdos, que utiliza para representar a personajes que no están felices consigo mismos o que han hecho daño a otra persona.

El Studio Ghibli

Nausicaä supone un punto y aparte, tanto en la vida personal de su director como en su producción cinematográfica. Gracias al enorme éxito que obtuvo, fundó junto a su inseparable compañero Takahata el afamado Studio Ghibli. El nombre proviene de los aviones de exploración italianos durante la Segunda Guerra Mundial, que utilizaban el término para referirse al viento caliente que sopla desde el Sahara. La teoría de usar este nombre para su estudio era que ellos formaban el nuevo viento que “soplaba” en el panorama del anime japonés.
La empresa surge por el mismo motivo por el que se fundaron otras productoras como la United Artists, Dreamworks o Pixar: que los dos socios fundadores consigan total libertad para trabajar en sus proyectos, sin tener que depender (relativamente) del presupuesto y sobre todo sin obedecer a los productores que censuraban su trabajo. Después de las experiencias anteriores que habían vivido los dos directores, donde no pudieron explotar su obras como hubieran querido, no se plantearon otra opción.
Sin embargo, Miyazaki ha sido uno de los pocos afortunados en cuanto a que los productores influyeran en su trabajo. En su primer largo, Lupin III: El Castillo de Cagliostro, hay que tener en cuenta que era su ópera prima, que trataba sobre un personaje creado por otro artista, y que el presupuesto era muy limitado. Aunque adaptó algunas cosas a su propio método y pudo imprimir en la cinta su personal estilo, no es todo lo “miyazakiesco” que le hubiera gustado. Con Nausicaä tenemos un ejemplo distinto: ya era un director cuanto menos respetado, el manga previo en el que se basaba fue muy bien recibido por la crítica y el público, y el productor era Takahata. Ésta fue una de las condiciones que puso para realizar la adaptación, aparte de que le dieran total libertad para trabajar.
Por esto, volviendo a lo anterior, Miyazaki fue un director realmente afortunado, porque ya en su segundo largo pudo trabajar como quiso, sin restricciones y con un presupuesto bastante generoso para realizar el proyecto. Partiendo de esto me viene una pregunta a la cabeza: ¿sería el estilo de Miyazaki tan personal si hubiera estado más restringido por presiones externas? Desde luego es capital que tras su segunda película pudiera trabajar al ritmo que él mismo se marcara, que pudiera innovar en técnicas de animación y que se arriesgara (y pusiera en juego el futuro del estudio) al apenas utilizar la animación digital para los trabajos más costosos y que abaratarían la producción. Así pudo desarrollar cada vez más su personal estilo, buscando historias con mensajes muy profundos y actuales, con complejos personajes que encajaran perfectamente en el entramado de sus historias, y con unas moralejas finales que hacen recapacitar al espectador de lo que realmente está ocurriendo en el mundo contemporáneo.
Siguiendo con la historia de Ghibli, aquí ha realizado el resto de sus películas, que son: Laputa: El Castillo en el Cielo (1986), Mi Vecino Totoro (que forma un díptico junto con La Tumba de las Luciérnagas de Isao Takahata, 1988), Nicky, la Aprendiz de Bruja (1989), Porco Rosso (1992), La Princesa Mononoke (1997), El Viaje de Chihiro (2001) y El Castillo Ambulante (2004).

El díptico de la naturaleza

Tras el éxito de Porco Rosso a principios de los 90 (ayudado sobre todo por las ventas del merchandising), el estudio ya estaba preparado para realizar una gran obra: La Princesa Mononoke. Sin embargo Miyazaki pensaba en otro proyecto que tenía en mente: Caterpillar Boro, que trataba de un insecto que revoloteaba por los árboles de una gran ciudad y el director prefería crear una historia a partir de ese insecto. Sin embargo, Toshio Suzuki (presidente de Ghibli y gran amigo de los socios fundadores) le convenció de que hiciera mejor La Princesa Mononoke, ya que era el mejor momento para afrontar un gran reto y poder emplear a todos los animadores del estudio, que aunque eran relativamente jóvenes, tenían suficiente experiencia como para trabajar en esa empresa.
Miyazaki aceptó, y utilizó unos bocetos que había realizado en 1980 sobre la historia original de La Princesa Mononoke. Muchas cosas fueron modificadas, como la aparición del demonio con cara de lince, aunque otras se mantuvieron, como el nombre de la protagonista, San, que también aparece en la película aunque pocos la llamen así. Los cambios que llevó a cabo Miyazaki sobre el plan original se basaban principalmente en que la historia que creó tenía ya 16 años, por lo que algunas de las ideas que defendía y que mostraba ya no tenían cabida en el mundo de 1997.
Tanto Suzuki como Miyazaki decidieron que lo mejor para que el proyecto saliera adelante sería cambiar la idea original de la princesa y crear un personaje totalmente nuevo. Así el director recurrió de nuevo a un manga suyo anterior, concretamente a Shuna no Tabi (Shuna’s journey, 1983), una obra más parecida a la historia de Nausicaä aunque contiene elementos que la asocian directamente con La Princesa Mononoke: el alce rojo de Ashitaka, su exilio a Occidente (en el caso del manga, viaja para encontrar pepitas de oro) o el monje que se encuentra por el camino, muy similar al Jikobo de La Princesa Mononoke.
El resultado es un drama histórico, aunque sin utilizar datos reales de pueblos ni de una época concreta. Este es un género muy peculiar en Japón. La temática de estas películas siempre se ha querido asemejar con Los Siete Samuráis de Akira Kurosawa (1954), y siempre ha quedado a la sombra de la obra maestra del director japonés. Muchas han sido las películas que, consciente o inconscientemente, han intentado imitar el film de Kurosawa, intentando transmitir sus mismas sensaciones, algo muy difícil de alcanzar.
Sin embargo Miyazaki no pretendía crear una película que se pareciera a la de Kurosawa. La mayoría de las producciones posteriores que tocaban este tema sólo mostraban samuráis y campesinos, pero Miyazaki pretendía extender más su campo de acción con otro tipo de personajes, como príncipes de tribus casi extinguidas (Ashitaka), personas de clases sociales bajas que fabricaban hierro, o animales de leyendas que vivían en las profundidades del bosque (Moro, Okkoto, etc.). Su intención era utilizar minorías antes que samuráis como protagonistas, que centrarían más la historia en torno a sí mismos.
Miyazaki tenía dos temas centrales cuando comenzó la idea original: una era que quería realizar una película que transcurriera en Japón (recordemos que de todas las que había hecho, sólo Mi Vecino Totoro se podría desarrollar en Japón), y otro tema era el filicidio (aunque en la versión original no se toque tanto, cabe recordar que en la idea original de 1980 la princesa Mononoke era entregada por su padre a un espíritu maligno). Aparte de estos dos grandes temas, le interesaba la vida de los trabajadores del hierro, sobre todo durante la Era Muromachi (1392-1573), una etapa donde las mujeres tenían más libertad, donde la rígida estructura de clases de samurai, granjeros y artesanos estaba a punto de ser establecida y que supuso el tiempo anterior a que Japón, como lo conocemos actualmente, fuera formado. Miyazaki escogió esta era porque durante ella la relación entre los japoneses y la naturaleza cambió enormemente.
El director ve similitudes entre la Era Muromachi y la época actual, que está atravesando varios cambios y confusiones. Con ello intenta crear una historia que se genera en el pasado, pero que tiene unas connotaciones muy presentes, dando al espectador unas imágenes bellísimas sobre grandes ciudades productoras de hierro y frondosos bosques, pero con un significado intrínseco. En esta era también se hacían leyendas sobre Espíritus del Bosque y gigantes que vivían en las grandes arboladas y que eran muy temidos por los humanos, un aspecto que también adoptó Miyazaki para su historia.
Por todo esto es por lo que muchos especialistas han acertado al relacionar directamente el segundo largo del director, Nausicaä del Valle del Viento con La Princesa Mononoke: principalmente porque ambas tratan por encima de todo el tema de la acción antrópica sobre la naturaleza, y cómo anteponemos nuestros intereses personales a los del medio que nos rodea.

Miyazaki en la actualidad

“Me di cuenta de que había anunciado demasiado pronto mi retirada del cine”, confiesa Hayao Miyazaki. “Cuando trabajaba en La Princesa Mononoke creí de verdad que iba a abandonar. Estaba cada vez más débil y no sabía qué hacer. Como el trabajo del director exige en primer lugar talento y no fuerza física, luché para acabar la película, especialmente porque la estabilidad financiera de la productora dependía del estreno del film. Cuando se dio a conocer mi retiro, la noticia se extendió como un reguero de pólvora. Aunque La Princesa Mononoke no estaba terminada, ni mucho menos, los periodistas siempre empezaban la entrevista preguntando si tenía planeada la siguiente película. Mi vida personal cobró más importancia que la película y con ello se cuestionó el futuro de Ghibli. Un día estaba un poco alterado y contesté que La Princesa Mononoke sería mi última película. Hasta me convencí a mí mismo de que había terminado mi carrera. Invertí todas mis energías en la batalla final, incrementando mis expectativas y exigiendo cada vez más a mis colaboradores. Ya estaban bajo una presión enorme y mi actitud dejó agotados a los empleados de Ghibli. Muchos sufrieron crisis nerviosas. Yo seguía convaleciente y aún sentía el peso de muchos años de trabajo, pero afortunadamente todos estos sacrificios no fueron en vano. La Princesa Mononoke consiguió un éxito mucho mayor de lo que hubiéramos podido soñar”.
Afortunadamente para todos los amantes del cine en general y del anime en particular nos encontramos con un artista adicto al trabajo, por lo que su “retiro” no duró mucho. En 2001 nos sorprendió con otra obra maestra llamada El Viaje de Chihiro que logró el Oso de Oro en Berlín y el Oscar a Mejor Largometraje de Animación. Ésta tiene un tono más ligero que Mononoke, por lo que el ritmo de producción no fue tan estresante y los animadores no se encontraban tan presionados por terminar el trabajo.
En 2004 estrenó su última película hasta la fecha: El Castillo Ambulante, basada en la novela de Diana Wynne Jones, con John Lasseter (presidente de Pixar) como productor ejecutivo. La película trata sobre todo el tema de la guerra, pero se desarrolla en un mundo de magos y brujas, dejando a un lado sus consecuencias en la naturaleza.
Actualmente Miyazaki está ultimando su próxima película: Gake no ue no Ponyo (Ponyo al borde del precipicio). La historia trata sobre Ponyo, la princesa de los peces de colores, que desea convertirse en humana. Intentando cumplir su deseo, se encontrará con Sosuke, un niño de 5 años. La música correrá a cargo del compositor habitual de Miyazaki: Joe Hisaishi, por lo que se puede esperar una película al más puro estilo de Ghibli. El largometraje se estrenará en Japón este verano, así que su distribución por tierras europeas tardará al menos un año (El Castillo Ambulante llegó a España dos años después de su estreno en Japón).


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(*) Carlos Sanz González es el autor del blog Karulosu Factory y también publica en CinefreníA.

10 comentarios:

Liliana dijo...

Muy ilustrativo tu texto, Carlos, sobre todo, porque casi no hay textos en kinephilos que se refieran a la animación. Así que, nuevamente, bienvenido y esperamos que nos sigas contando de autores como éste, del cual se conoce muy poco, al menos, en la Argentina.
Un saludo.

Faro Rojo dijo...

El texto rebosa de datos y se agradece la inclusión de la realidad histórica que determina drásticamente en la forma y contenido del cine japonés, incluido el de animación, y creo que en Japón y algún país de Europa del Este, no se considera a éste como un género menor.
Mis primeras imágenes que se grabaron en la retina cuando era bebé fue Mazinger Z.

Karulosu dijo...

Gracias a todos por los comentarios. Espero que os sirva para conocer un poco a Miyazaki y para que disfrutéis de su maravillosa filmografía.
En cuanto a lo que dice jazznoize, tienes toda la razón. Existe una grandísima diferencia entre los conceptos de animación que tiene Occidente y los de, por ejemplo, Japón.
Hasta que no se salvan esas distancias, no se puede apreciar el género con el valor que le quieren dar sus realizadores.

Doctor Spawlding dijo...

Lo único malo de Miyazaki es tener que volver al triste mundo real cuando acabas de ver una de sus películas.
Takashi Miike es un tipo muy especial, pero me quedo con Nakata Hideo.

Canichu, el espía del bar dijo...

muy completo. Por aquí estamos pendientes de la nueva película que ha hecho (no sé el´título pero leío sobre ella en los periódicos)... y de que se comercialice más la de su hijo Goro (que pasó sin pensa ni gloria por nuestros cines y que, aparte de basarse en un libro de LeGuin se basaba en bocetos y guiones de su padre Hayao).

Andrés David dijo...

Desde que empecé a ver El viaje de Chihiro supe que había encontrado algo muy importante. Aparte de la historia lo que más me gustó fue la capacidad de Miyazaki de poner escenas épicas justo al lado de escenas íntimas sin perder el ritmo. Los cortes son limpios, cada cuadro fluye en otro sin sobresaltos, todo en la película te lleva con suavidad.

Es (casi) como soñar y mis sueños quedaron marcados. A veces veo los mismos colores, los mismos lugares, pero no es Chihiro la que viaja, sino yo.

FREYA dijo...

Soy fan del anime y el manga, y desde luego de Miyazaki...rara vez encuentras textos tan completos como este, sobre los grandes maestros de la animación. Gracias!

Karulosu dijo...

Gracias por los comentarios, me alegro de que el texto os haya servido a algunos para acercaros a este gran genio del anime y a otros para saber un poco más de él.
Sólo un apunte: doctor spawlding, con esa foto de tu homónimo no me extraña que te inclines por Miike y Nakata jajaja.
Saludos a todos.

yorgos dijo...

Me ha parecido un post completísimo. Conozco el cine de Miyazaki, pero no tanto como quisiera, su artículo me ha servido tanto para ampliar conocimientos como para tomar referencias.
Saludos!!

Anónimo dijo...

Conoc� a este director con su pel�cula El incre�ble castillo vagabundo o El castillo ambulante, y definitivamente sent� un choque de culturas!
Muy interesante el post.