15 abril 2018

Easy Street, cien años después

Liliana Sáez



Después de décadas, casi diría un siglo, manteniéndose vigente en pantalla, el cine de Charles Chaplin va comenzando a tener cierto olor a naftalina. El simpático personaje es un vagabundo de gestos refinados, aunque cuando lo cree necesario despliega una fuerza brutal para doblegar a quien esté cometiendo alguna injusticia. Su cine, ambientado en la primera posguerra mostraba los estragos sociales que ésta había cometido, alcanzando su punto más álgido en la crisis de 1929. Sus películas lo muestran entre sobrevivientes paupérrimos, en situaciones muy tristes, donde siempre hay una joven ingenua y un bravucón que con su fuerza o su presencia brutal domina al resto.
Su filmografía es harto conocida y los efectos logrados por su personaje muy familiares. No es ese el tema que nos ocupa, sino cómo vemos hoy algunas de las historias que Chaplin contaba hace un siglo atrás. Ha sido considerado un adelantado a su época por su genialidad tanto interpretativa como cinematográfica. La gesticulación y los movimientos graciosos que lograba arrancarle a su cuerpo fueron la base de su humor, que se balanceaba entre la ironía y la ingenuidad. Hoy, si quisiera mantener el éxito logrado, el tratamiento de sus personajes quizá pasaría por el filtro de su autocensura.
Me gustaría centrarme en Easy Street, una película filmada en 1917, para la cual construyó una calle en forma de T, con el fin de narrar la historia de un vecindario que se negaba a ser protegido (en verdad, reprimido) por la policía del lugar. Si bien toda su filmografía tiene suficiente volumen para detenerse y extenderse en consideraciones y análisis, es en este cortometraje donde conviven algunas líneas que nos llevan a reflexionar.

08 abril 2018

Luz instantánea. Polaroids de Andrei Tarkovski

Liliana Sáez

En la Casa Nacional del Bicentenario, del 13 de marzo al 24 de abril se lleva a cabo en Buenos Aires el Festival Tarkovski, en homenaje al cineasta ruso. En su inauguración, el evento contó con una masterclass ofrecida por el hijo del director, Andréi Tarkovski (h), así como una muestra de las películas del realizador, que han permitido constatar que no han sufrido los avatares del tiempo y permanecen como obras maestras ante los ojos del espectador.
En ese marco, y luego de haber recorrido Europa y Estados Unidos, se exhibió tardíamente en Buenos Aires la exposición “Luz Instantánea”, una colección de 80 fotografías registradas con una cámara Polaroid por el maestro ruso. Fueron tomadas entre 1979 y 1983, durante sus últimos años en Rusia y los que pasó en el exilio en Italia. Ambas etapas de su vida son claramente detectables en esas fotografías instantáneas que registraron momentos de la vida cotidiana que dejaría atrás y algunos encuadres más “extraños” a su rutina, en la Italia del exilio. Pero en ambas, están presentes las constantes de su cine. Paisajes brumosos, un rayo de sol que ilumina casi mágicamente el perfil de la mujer amada o la transparencia de un botellón que hace las veces de florero sobre la mesa familiar.