20 julio 2006

Roeg: ¡te extraño!


Le seguí los pasos hasta 1990. Pareciera haberse dedicado a la televisión, aunque tiene uno que otro film realizado posteriormente, pero no tengo noticias de ellos, más que unas pocas e insuficientes reseñas en Internet.

Ha sido uno de mis directores favoritos. Sólo espero que no se haya desbarrancado y haya dejado detrás todos sus demonios, que hacían las delicias de mis tardes de cine.

Nicolas Roeg es de esos autores que he seguido con verdadero entusiasmo. Cada uno de sus films ha superado la expectativa que tenía. Me ha pasado con él como me sucede con las novelas de Paul Auster. Con cada una de sus obras compongo el rompecabezas que me permite armar el personaje que Roeg debe ser.

Sus inicios se dan en los virulentos años 60, como director de fotografía de Lawrence de Arabia (David Lean, 1962), Farenheit 451 (Francois Truffaut, 1966) y Casino Royale (John Huston, 1967), entre otras películas y como co-guionista, junto a Donald Cammell, de Performance (1968-70), la decandente relación entre una estrella pop (Mick Jagger) y un delincuente (James Fox).

Su ópera prima individual fue Walkabout, y en 1976 filmó The Man Who Fell to Earth, con David Bowie. Ninguna de estas dos he tenido la suerte de verlas.

Allá, por los 70, me maravilló una película oscura, que jugaba con los sentimientos de dos padres que han perdido una hija. Don't Look Now (según sus diversas traducciones, estamos hablando de Venecia Rojo Shocking, Pesadilla en Venecia o Amenaza en la sombra) está basada en una novela de Dauphne du Maurier, que ponía a los personajes interpretados por Julie Christie y Donald Sutherland a perderse en los laberintos de una Venecia que no puede estar más lejos de la que venden las agencias de turismo,con sus callejones mugrientos, los canales brumosos y solitarios, el escenario ideal para un crimen. La ciudad es un personaje más en esta historia de misterio, en la que ambos padres se sumergen en estados emotivos depresivos, ya que la presencia de la niña, a pesar de su ausencia, está latente a lo largo del film.

Más tarde fui conmovida por Bad Timing. Un triángulo amoroso entre una joven depresiva (Teresa Russell, que a partir de esta película se convertirá en actriz fetiche de Roeg), su esposo maduro y el psicoanalista (interpretado por Art Garfunkel, que por aquellos años, rompía las emisoras de radio con su interpretación de "Los sonidos del silencio"), vigilado por un detective vienés (que no es otro que Harvey Keithel, un actor al que admiro desde Malas Calles, de Scorsese). El psicólogo estudia el comportamiento de la joven y el detective el de la pareja de amantes; es decir, la estructura se compone a modo de cajas chinas, pues nosotros desde afuera, también estudiamos, a través de la discontinuidad narrativa, la actuación de estos seres conflictuados que en la búsqueda de la felicidad y del amor, sólo hallan incomprensión y soledad.

Si Don't Look Now nos mostraba a una pareja desesperada en escenarios exteriores, Bad Timing nos devela a una pareja encerrada en su intimidad, aunque no menos desesperada.

Hasta ahora, si hay una constante en el cine de Roeg es que las historias se desarrollan en torno a un destino preconcebido. Ya se sabe qué va a pasar... No es eso lo que importa, sino cómo se llega al desenlace. Y esto sucede, también en su próxima película, Eureka, donde las pasiones desbordadas (amor, celos, ambición...) conducen a los personajes al abismo previsto.

Con Eureka se incorporará otro elemento que cobrará importancia en sus historias: la naturaleza. En un valle nevado un buscador de oro hallará una cuantiosa riqueza, que no viene sola, la acompaña la infelicidad; una desdicha que será tan hereditaria como la fortuna que descubre con harto afán. Con qué meticulosidad Roeg hurga en los personajes, extrayendo de ellos sus sentimientos más enfermos y los más conflictuados.

Insignificancia viene a dar un soplo de aire fresco a tan obsesiva filmografía. Es una aparente comedia sentimental en la que se encuentran cuatro seres que no son nombrados, pero que el espectador identifica a primera vista: Un profesor sabio, autor de la teoría de la relatividad, que vive con torturada culpa los efectos de la bomba nuclear; una actriz platinada, que a pesar de su imagen frívola, es desdichada; un senador de fuerte tradición religiosa vela por la seguridad de su patria, instaurando una caza de brujas; y un jugador de beisbol que cela a la actriz y vive de sus glorias como deportista. La rubia y el sabio coinciden en un cuarto de hotel, y la comunicación que se establece se basa en la comprensión. Ambos logran aprender del otro. Roeg los humaniza y logra hacer de este film un discurso optimista entre tanta desesperación.

Castaway engaña. Lo que parece una comedia de aventuras es, en realidad, una lucha de poderes. Un hombre contrata a una joven para pasar un año en una exótica isla desierta. Ambos están ansiosos por dejar la agitada ciudad. Roeg retoma aquí la participación que el paisaje había tenido en Eureka, lo sobredimensiona al punto de convertirlo en el tercero en cuestión de un triángulo amoroso obsesivo. El mar, el cielo, la arena, las rocas ofrecen signos vitales y compiten con el hombre por la atención de la mujer. Roeg hurga en los sentimientos y condena a sus personajes a caer en lo más profundo de pozo, para sacar a la luz sus miserias.

Las brujas es una película para niños, contada desde la óptica morbosa de las abuelas, que buscan asustar a los chicos para que se porten bien. Unas brujas transforman a los infantes en ratones, para poder dominarlos. De esa película recuerdo un detalle, una pequeña escena que posee el sello de Roeg y que deja pasar al descuido: en uno de los cuadros colgados en una pared habita una niña que irá envejeciendo entre sus marcos. En Las brujas, la cámara repta por el suelo, siguiendo el recorrido de los ratones, o se trepa por los muebles, en una carrera velocísima.

Me gustan sus atmósferas opresivas, sus personajes conflictuados, las historias tan diferentes entre una y otra película, sus encuadres, sus actores, las situaciones que imagina para ellos... En fin, Roeg pone una cuota de desesperación tan adictiva en sus historias, una cámara al servicio de la expresión de los sentimientos, unos actores que se creen lo que interpretan... que se hace extrañar cuando no aparece una película suya en una pantalla de cine o en una tienda de video.

Liliana Sáez

4 comentarios:

Andrés David dijo...

De todas las nombradas solamente he visto Las Brujas. La primera vez fue hace mucho tiempo y recuerdo haber sentido (más que pensado) que era una película rara. No me cuadraba con los que había visto hasta ese momento en la programación de días festivos. De esa primera vez, me gustaron dos cosas: Anjelica Huston y la atmósfera de la película.

Desde entonces la he visto ya dos veces más, nunca buscada y siempre encontrada. Desde entonces he descubierto palabras que no tenía en esa época para describir lo que realmente me gusta de esta película: su fantasía oscura, opresiva y esperanzadora. Buena mezcla.

Liliana dijo...

Así son sus pelis. Mis preferidas son "Eureka" y "Castaway", pero las otras también me gustan muchísimo. Es un cineasta raro... sus temas no son hiper originales, pero la forma de tratarlos te envicia... Trata de conseguir alguna otra y verás.
Anjelica Huston, ¡qué señora!
Un abrazo.

Despezcueznarizorejamiento dijo...

Porqué Virulentos!!!?...
No he visto ninguna:-(...

Liliana dijo...

"Virulentos" en el sentido de ardiente, mordaz, difíciles... Es la década del Mayo francés, guerra de Vietnam, Guerra Fría, rock&roll, contracultura, Warhol, The Beatles, Rolling Stones, Cortázar... en fin, no puede decirse que fueron "normalitos". Estos hechos no están en las pelis de Roeg, pero el espíritu de la época impregna a los personajes tan conflictuados y tan condenados.
Trata de conseguir Eureka, o Castaway... o Bad Timing... en fin, cualquiera... cada una tiene su encanto.
Un saludo.