11 agosto 2006

Desde Barcelona


No sé qué encanto tienen los aeropuertos para mí, pero ir a recibir a la gente que llega me genera una alegría maravillosa. Ir a despedirlos, una tristeza increíble, la sensación del desamparo más extraño...

Esta vez tocó esperar a mis padres, que llegaron de Barcelona. La ley de Murphy impidió que fuéramos al aeropuerto, pero ahí tuve la certeza de que aunque yo no vaya a recibirlos, los viajeros igual llegan... y llegan bien.

Noticias de Sergio, Virginia y Pol, de los Eulalios, de Paula, de Marc, de un verano calurosísimo que les impidió pasear todo lo que hubiera sido deseable, unos días geniales en la playa, la felicidad de estar con el hijo que vive lejos y, sobre todo, la alegría de volver.

Abrir las valijas genera expectativas, nos sentamos en el piso a ver todo lo que nos habían traído. Pensarán "¡qué interesados!". Es que somos como niños, y tenemos una tradición de aeropuertos, idas, venidas, despedidas, reencuentros... que se ha armado sobre la base de llevar y traer cosas significativas de Mendoza a Buenos Aires, de Buenos Aires a Caracas, de Caracas a Barcelona, de Barcelona a Buenos Aires..., en fin... familia seminómade que me ha tocado en suerte.

Por eso lo que guardan las maletas puede ser tan maravilloso, porque no sólo son cosas de otro sitio, sino también son cosas elegidas para uno, son cosas que hablan de un otro que se quedó, o de un otro que vino..., ¡qué enredo! ¿Pero se entiende, no?

De las valijas salían dulces, ropa, libros, revistas, películas... Virginia mandó una colección de Fotogramas, con muuuuchas imágenes para regalarle a los ojos. También trajeron un anuario que me cuenta qué pelis vieron los españoles (y qué porcentaje de todo eso nos perdimos de ver los argentinos), y tres películas clásicas, de esas que uno no se cansa de ver. Dos monstruos míticos, James Dean y Marilyn Monroe, disfrutables en Al este del paraíso y Con las faldas a lo loco (aquí se tituló Una Eva y dos Adanes) y una de esas lagunas imposibles: El cartero siempre llama dos veces, de la que sólo he visto escenas sueltas y ahora me daré el gusto de verla completa. Oportunamente escribiré sobre todas ellas.

Y Marc..., ese amigo que ama el cine y que escribe con mirada nueva y sensible lo que ese cine le suscita. Primero, una nota manuscrita (¡cómo me gusta ver sobre el papel la caligrafía de los seres queridos!) con una ingeniosa cita de Sarte y una referencia a nosotros que me encantó; luego algo muy frágil, que aún no sé bien qué es, pero que hizo muy feliz a Paola cuando la vio. Y las películas españolas. Mi amado Erice en DVD. El espíritu de la colmena, El Sur y El sol del membrillo. Y Ana y los lobos, de Saura. Algunas de ellas me remiten a mi adolescencia... Otras a la cinemateca venezolana... Todas, al cine español que más me gusta. Habrá posts a partir de esto. Ah, y caramelos, unos dulces riquísimos y super originales para disfrutar desde los sentidos.

Últimamente, mi mesa se ha visto invadida por regalos. De diferentes sitios, de diferentes personas, pero cosas que me encantan, que disfruto, que me llenan de felicidad. Son cosas. Cosas. ¡Qué palabra insuficiente para describir todo esto! Porque son cosas materiales, pero disparadoras de ensueños, de sentimientos, de emociones... Me hace falta una palabra para definir esto que es "más que cosas".

¡Gracias, gente querida, por consentirme tanto!

Liliana Sáez

11 comentarios:

Andrés David dijo...

Las maletas terminan siendo cofres del tesoro que se pasean por el mundo recogiendo los detallitos esos que nos enamoran. Que divertido, que emocionante y que hermoso.

Ya me dio nostalgia del futuro, quiero que sean mis maletas y las de Dániel las que recorran la distancia y descarguen su contenido allá, donde nos espera un abrazo.

Anónimo dijo...

Cuántas cosas que se movilizan. Ya lo creo. Qué hermosos son los reencuentros, los abrazos al fin dados, las miradas que esperaron tanto poder cruzarse y quedarse quietas.
Disfrutá mucho este momento. Que te mimen y mimalos mucho.
Me alegro por vos...como siempre.

mimismidad dijo...

Me alegra verte contenta.
La palabra para definirlo... tú la has utilizado: regalos, y todo lo bueno que este vocablo lleva implícito.
Creo que te gustará la colección de El País. Ya me contarás.

Daniel dijo...

La alegría de recibir las cosas elegidas para uno! que felicidad tan grande!!

Y eso que dice Andrés David: La nostalgia del futuro, que me invade de emoción, de ansiedad y de ganas de llegar ya allá y estár con ustedes y ver las pelis que más te gustan del cine español contigo!

Y ese algo frágil que aún no sabes bien qué es, pero que hizo muy feliz a Paola cuando la vio es una tarjeta importadora de video...la Callisto 2.2 de Pinnacle Systems. Esos son los regalos que le abren un mundo de posibilidades a uno y bueno, espero que Pao le saque todo el jugo.

:)

Abrazo!!

Canichu, el espía del bar dijo...

qué bien está reencontrarse con los seres queridos de vez en cuando

Liliana dijo...

Gracias por los comentarios. Tengo mucho para ver, mucho para leer, mucho para escribir. ¡Qué sensación maravillosa!
A los viajeros: aquí, en este sur lejano, los esperamos, aún sin maletas ;)

Anónimo dijo...

Yo sólo digo GRACIAS! (y se sabe que es mucho más que eso, o no?) Ahora dejen de mandar cosas y vengan a disfrutarlas con nosotras...! no?

¿? dijo...

No se si llamar a esto curiosidades o casualidades de la vida, yo tengo esos mismos DVD, editados por el periódico El País, que incluyen un libreto explicando la pelí, una edición muy cuidada.
Por cierto, podías hablar sobre el corto de Erice, el último, que está en YOUTUBE, de manera que lo podrías incluir en el blog.

Unsaludo desde España.

Liliana dijo...

ESO... como dice Paola, a ver cuándo vienen.

Vigi: Es una edición muy cuidada, sí. Gracias por el dato del corto de Erice. Lo veré. Y si puedo (porque Erice me moviliza mucho), lo cometaré, claro que sí.
Otro saludo desde Argentina.

Anónimo dijo...

¡Cómo acerca tu escritura!! casi como conversar contigo aquí en Caracas...
El sol del Membrillo es para mí, La Película y me remite a aquellos días de la Cinemateca en los que 'eramos felices y no lo sabíamos', como dice Tere.
Un abrazo grande,
Eleonora

Liliana dijo...

Qué alegría, Eleonora, encontrarte aquí. Sí, éramos felices... yo supe cuando dejé la Cinemateca que ese sería el mejor trabajo que tuve y que tendré... Porque no se parecía a un trabajo, aunque uno dejaba allí la vida, pero el placer de compartir con amigos las muestras, las visitas a embajadas, el programa... Nunca más (ojalá la vida me sorprenda y encuentre que sí es posible mejorar eso).
Te mando un abrazote.