26 febrero 2007

the dream is over

Sebastián Russo


Dos seres. Dos almas. Dos cuerpos perdidos en una maraña de apatía, pavimento, máquinas, violencia. Cuerpos sufrientes que intentan abrirse paso en una megalópolis. Un avanzar errabundo que configura una ciudad, en tanto ámbito infernal, vital, sanguinario, dador de sangre, desde sus arterias siempre pobladas, siempre fluyentes, pero de sangre maldita, infectada. Ámbito de degradación, de cuerpos derruidos, de cuerpos en erosión. Donde las relaciones humanas son el único refugio, aunque precario, inestable.

En ese enjambre siniestro, una pareja. Dos hombres, de masculinidad estoicamente sostenida. Donde uno de ellos (el vaquero iluso, Jon Voight, tan vulnerable como arraigado en su grotesca y trágica pose de toro semental texano) aparece como símbolo de una ingenuidad –social– en dilución, en amargo despabile; y el otro, Dustin Hoffman, como símbolo –por oposición– del consumismo triunfante, de lo burgués reificado patológicamente (rengo, carterista, y con la cabeza puesta en Miami, y hotel de lujos varios) En tal aglomeración homogeneizante de seres ahuecados, el mirarse al espejo, verse duplicado, sublimado, actuando desde los movimientos prefigurados que Hollywood dispersó (...are you talking to me?), puede ser la única forma de desalienarse, o re-alienarse a través del tópico propuesto, de ser star, de ser otro, otro distinto a ese ser atormentado, a ese ser perdido, desamparado entre las fuerzas de la noche, de la ciudad.

Midnight Cowboy (1969, Schlesinger), podría unirse fatalmente a Joe (1970, Avildsen), y a Taxi Driver (1976, Scorsese), para conformar una tríada trágica que da cuenta de un sueño colectivo, una utopía que llega a su fin, la de los 60, para adentrarnos en los salvajes 70, de despiadado individualismo. Sus imágenes parecen clamar con cínica sorna: “esto es lo que les espera, sucios maricas comunistas: soledad, desolación, intolerancia... un mundo rudo, árido, sórdido, donde cada uno cuida su pellejo... el sueño terminó... las calles son selva, los autos armas, el otro tu enemigo...”

10 comentarios:

Liliana dijo...

Si hay alguna película que sea sinónimo de desolación, creo que ésta lo es.
Recuerdo haberla visto siendo muy joven y sin entender demasiado todo lo que me decía. Sin embargo, guardo como recuerdo inalterable su historia sobre la amistad, la soledad y el desarraigo.
Tu texto me remite al desasociego que me causó al verla, lo cual me dice que no debía estar demasiado equivocada. La veré con mis ojos del 2007, a ver qué tal.

¿? dijo...

Desolación, desarraigo y una banda sonora perfecta!!!!!!!

Unknown dijo...

Pero de la selva más salvaje puede crecer la orquídea más hermosa...
La realidad nos desola con su crudeza, pero nos hace fuertes para poder construir otra, la nuestra...
Salud!

Dante Bertini dijo...

me uno a los sentimientos de liliana...la hija de voight es la jolie, mezcla rara de ONG con sexo x: de aquellos polvos estos lodos, se dice en españa.

g. dijo...

...y la ví cuando era chiquitísima....tanto que medio no la entendí, y me angustió mucho. Como si estuviera viendo la vida de mi papá o algo...no era exactamente eso pero bueno. algo. aldo de eso. Se moría Dusftin Hofman y se hacía pis encima y...hacia frío y era triste y eran pobres y...ellos se querían, pero era todo un lío...triste triste triste. La veía y sabía que era una pelicula "de grandes" la primera que ví, creo. y eso que te dije, que era triste...triste...triste.....

Raúl dijo...

Qué buen comentario "empiezo a entender"... Tal vez tu nick nació en aquellos momentos, porque de la descripición de tus sensaciones surge un análisis acertado de la peli... Saludos!

Dante Bertini dijo...

gracias por la visita y por tu descripción de un allí y ahora tan certero...de los blogs me desorienta lo de las respuestas y los diálogos: nunca sé dónde debo hacerlos

Liliana dijo...

De nada, cacho de pan. Yo, generalmente, contesto donde se instala el diálogo. Lo de las visitas se hace recurrente, una vez que escribo un comentario, generalmente vuelvo por si hay una respuesta. Pero también sirve responder en "la casa del otro". El ida y vuelta existe, nos leemos, se establece el diálogo, que es lo que importa.

Anónimo dijo...

muá muá (eso s 1 bso...)
muá muá (eso s 1 bso)




;-)

Raquel dijo...

Me produjo una total e íntima tristeza.