21 enero 2011

Mapa de los sonidos de Tokio

Liliana Sáez




Isabel Coixet dirige la cámara como si fuera su propia mirada, mirada femenina que recorre los vericuetos de los espacios y las superficies de los cuerpos. Entre un mercado mugriento y la paz de un cementerio, Ryu desanda sus pasos para alternarlos con otros ocultos, más silenciosos y nada inocentes. La asesina a sueldo que esconde entre sus ropas no puede con la ternura del hombre que ha de matar.

El trabajo de cercenar un cuerpo de pescado gigante, el baño con limón para eliminar los rastros del trasnoche laboral y el silencio compartido por un compañero anónimo/narrador que registra sus sonidos, los sonidos de Ryu, los sonidos de su entorno, los de Tokio, para tratar de asirla, de definirla, de aprehenderla en infinitas sesiones imposibles.

Y el vendedor de vinos, atravesado por una pena mayúscula y condenatoria, que le reviste de una mirada dulce y unos modos enternecedores.

La ciudad protagonista de estas vidas sin rumbo futuro, condenadas de antemano, se muestra desde el aire, como si fuera un plano lumínico, viscoso, húmedo, que atrapa seres como si fueran moscas. Planos cenitales sobre Tokio, seguimiento de pasos perdidos entre seres anónimos que responden automáticamente a órdenes como el permiso para besarse o desatar su ira.

La comunión de Ryu con el hombre que la graba en restaurantes empobrecidos y sucios. La cercanía de algo que podría llamarse amor en un hotel de paso y dos cuerpos que se fusionan en diferente sintonía.

Y el desenlace inevitable, anunciado desde casi el comienzo, en una equívoca fusión de situaciones, que no hace sino armar mejor el mecanismo que utiliza Coixet para contarnos una historia, un drama (una tragedia) de amor imposible.

No sé qué tiene el cine de Coixet, pero me sensibiliza hasta la médula. La suavidad con que va contando la historia, basarla en silencios, como ya ha hecho con sus películas anteriores, los personajes indefinidos pero queribles, todo suma... aunque la historia sea simple y haya sido mil veces contada. Aquí no importa, porque es otra, una hermosa otra película.

10 enero 2011

Adiós, María Elena Walsh



Iniciamos el año con una despedida, la de la juglaresa para niños (y no tan niños), María Elena Walsh. Nos deja una cantidad inmensa y maravillosa de canciones. Mi preferida: El reino del revés, con connotaciones políticas incluidas.
LS




EL REINO DEL REVÉS

Me dijeron que en el Reino del Revés
nada el pájaro y vuela el pez,
que los gatos no hacen miau y dicen yes
porque estudian mucho inglés.
Vamos a ver cómo es
el Reino del Revés.

Me dijeron que en el Reino del Revés
nadie baila con los pies,
que un ladrón es vigilante y otro es juez
y que dos y dos son tres.

Me dijeron que en el Reino del Revés
cabe un oso en una nuez,
que usan barbas y bigotes los bebés
y que un año dura un mes.

Me dijeron que en el Reino del Revés
hay un perro pequinés,
que se cae para arriba y una vez...
no pudo bajar después.

Me dijeron que en el Reino del Revés
un señor llamado Andrés
tiene 1530 chimpancés,
que si miras no los ves.

Me dijeron que en el Reino del Revés
una araña y un ciempiés
van montados al palacio del Marqués
en caballos de ajedrez.

Vamos a ver cómo es
el Reino del Revés.


07 enero 2011

Kinephilos cumple cinco años


El cine sigue marcando mis horas, mis sueños, mis desvelos. Kinephilos ha sido fiel compañero que ha abierto sus páginas a los amigos. Hoy la atención se ha derivado a El espectador imaginario, especie de evolución de este blog y concreción de otra esperanza, la de la escuela (Aula Crítica).

No quiero cerrarlo, porque aquí está el esfuerzo de muchos amigos, los comentarios de gente que tuve muy cerca, algunos pensamientos que desencadenaron ciertas películas... pero, sobre todo, está la libertad de escribir desde el ser humano y no desde la profesión. Así que espero poderle permitir latir, unas veces con mayor pasión que otras, por mucho tiempo.