16 junio 2007

Shi mian mai fu

Liliana Sáez



Yo no sé si es excesivo, inverosímil o fantasioso... Puede serlo, pero en este caso no me importa. Zhang Yimou apareció en mi vida cuando vi Sorgo Rojo y me dejó absorta con sus imágenes y trastocada por la historia. El drama que me contaba me pegó contra la butaca y terminada la función no podía salir de la sala... necesitaba unos minutos para que todo lo que había visto y me había contado pudiera irse conmigo.

Luego vi la maravillosa y no menos dramática Linterna roja, que me conmovió porque hablaba de las mujeres en la China feudal... pero también de otras mujeres, en otros sitios del mundo. No podré olvidar los laberínticos pasajes entre las distintas habitaciones de la casa, ambientes cálidos y rojizos; ni el recorrido por los techos en una atmósfera fría y azul, antes de llegar al desenlace de la historia.

Qui Ju ya era otra cosa. Interpretada también por esa mujer hermosa y excelente actriz que es Gong Li, estaba ambientada en la actualidad, mientras las dos precedentes nos hablaban de una época remota, en que las cosas no eran muy justas. Tampoco aquí, donde una mujer debía salir en busca de una vida diferente ante la enfermedad de su esposo. Duro camino el que ha ido recorriendo la mujer, y tanto La linterna roja como Qui Ju lo registran.

Luego de mucho tiempo sin ver algo de este director, que junto a Chen Kaige (otro que merece un apartado en este blog) y otros realizadores prestigiosos integraba lo que se llamó la Quinta Generación de cineastas chinos –que comenzaron a filmar al finalizar la Revolución Cultural y se dieron a conocer en Occidente en los festivales, a pesar de los constantes problemas políticos que intentaban imperdirlo–, tenía pendiente una película que estrenaron hace algún tiempo, pero que no había podido ver.

Dos personajes rodeados por ejércitos (literalmente) de figurantes, dos historias con un tercero en cuestión. La belleza física vestida con ropajes hermosos y sofisticados; los ambientes, en su mayoría exteriores, clasificados por color; planos y movimientos de cámara audaces; la música, bellísima; una historia dramática y romántica...

El bosque de bambúes con su verde característico, sus troncos muy altos y el follaje casi inalcanzable. Paralelas verticales que rompen el horizonte, que se doblan pero no se quiebran, que permiten el vuelo (literal, nuevamente) de los personajes que luchan por su vida. El árbol que servirá de arma, de escondite, de salvación, de trampa.

La mentira, el amor, la pasión, los celos... El egoísmo, la traición, la culpa... El sacrificio... Casi nada. Todo eso, aunque haya momentos en que uno no se crea lo que sucede, es La casa de las dagas voladoras.

Nuevamente, Zhang Yimou deja imágenes impresas en mi retina. Nuevamente me toma de aliada con esa música envolvente o esos silencios interminables. Algunos dicen que este director se reblandeció. Casi estuve de acuerdo cuando vi Heroe, cuya propuesta estética es lo único que pude rescatar en aquel momento. Sin embargo, creo que sigue contándonos historias intensas con imágenes sorprendentes. Y cada vez lo hace de una manera diferente, renovándose, reinventándose como creador.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

liliana, cuánto silencio!
ahora sé por qué.
no puedo competir con tantos millones.

Liliana dijo...

Cachito, no sé a qué millones te referís; si es a trabajo, diste en el clavo.
Un abrazo.

Raúl dijo...

Es este un director ambivalente. Es uno en "Sorgo Rojo", "Qui Ju", "Camino a casa", "Ni uno menos"; y es otro en "Héroe" o "La casa de las dagas voladoras", por ejemplo. Ambos me encantan, uno por profundo, el otro por esteta.

Raquel dijo...

Es bueno experimentar. El experimento puede resultar fallido, pero sin experimentación no se avanza. Besos.

Dante Bertini dijo...

una tontería: me refería a tu interés por los chinos.
él me gusta sin llegar a emocionarme demasiado.

Liliana dijo...

Raúl: No sé si ambivalente. Creo que le pasó como a Saura. El tema político lo estresaba de tal manera que creaba maravillas, pero cuando pudo trabajar en paz, sus historias dejaron de tener esa línea dramática e intensa. Me parece que esteta fue siempre.

Raquel: Tampoco sé si está experimentando. Creo que rejuveneció, creo que se deslastró de una serie de conflictos que ya los exorcizó en sus primeras películas.

Cachodepan: Son millones, pero yo sólo le he seguido bastante la pista a este director. Hay otros, claro que sí, Chen-Kaige, como dije en la nota. Y sí, es uno de mis preferidos, como Saura, pero en su etapa más oscura.

Un abrazo a los tres.

Raúl dijo...

Puede ser Lili... Todavía recuerdo ese final de "Crítica" que rendí contigo en el que, admirado por una crítica de "Ni uno menos", me juraba tener fuerzas para argumentar las cosas con mucha fuerza... como esa subjetiva de la mestrita hacia el ojo de la cámara, calificada por el escriba como "una subjetiva para la historia del cine"... Por cierto,y ahora que lo pienso... me gusta más el Yimou que andaba exorcizando...

Liliana dijo...

Esa maestrita era una militante... esa maestrita y la subjetiva a la que te referís, dicen mucho de Zhang Yimou. En Las dagas... también se lo puede espiar, pero cuesta un poquito más, hay que hacer a un lado los ropajes con que la vistió ;)

Anónimo dijo...

Hola Liliana, sigo sin internet, se me complica dejar mensajitos a la gente que quiero. Casi que te dedico también el post de Erri de Luca, pero mejor homenaje leer todos tus textos atentamente. Un abrazo enorme.

Anónimo dijo...

Hola Liliana, sigo sin internet, se me complica dejar mensajitos a la gente que quiero. Casi que te dedico también el post de Erri de Luca, pero mejor homenaje leer todos tus textos atentamente. Un abrazo enorme.

Liliana dijo...

Gracias, Geo. Lo de Erri de Luca te quedó hermoso. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Gracias enormes, y un abrazo.