15 mayo 2019

L’Homme fidèle, Louis Garrel (Francia, 2018)

Liliana Sáez


Historia de amor, infidelidades, terceros en discordia y un niño que acusa a su madre de haber matado al padre. Abel y Marianne se aman. Paul se interpone y muere. Abel y Marianne se aman. Eve, la hermana de Paul, se enamora de Abel… Abel y Marianne se aman. Entre idas y venidas, a Paul se le derrumba su mundo y vuelve a reconstruirlo. El paisaje invernal colabora en la descripción de los sentimientos de los protagonistas.
Louis Garrel compone un Abel tierno, comprensivo, casi ingenuo, salido de la pluma de su coguionista, el talentoso Jean-Claude Carrière, que trae consigo el espíritu nuevaolero del filme, donde las rupturas no son catastróficas, donde civilizadamente se continúa con la vida una vez rota la convivencia, donde la fidelidad no es algo que se cuestiona, se toma como algo natural y el regreso es posible para dos seres que se aman plácidamente.
De sentimientos va la película, los de sus personajes, que aman como niños y se recomponen de los tragos amargos con facilidad. Al mejor estilo de las películas de Truffaut o las más serias de Woody Allen, L’Homme fidele nos pasea por París, mansamente, de la mano de sus personajes. Así lo consideró el jurado, que le otorgó el premio a Mejor Director.

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