13 mayo 2019

God of the Piano (Itay Tal, Israel, 2019)

Liliana Sáez


Itay Tal asegura que la idea que impulsó la realización de esta película fue la maternidad y el ideal de perfección. Luego apareció la música para validar los hechos del personaje principal. Justamente, la idea principal es lo más inverosímil del filme. Y partiendo de esa premisa débil, la narración va a anclarse sobre una base falsa que, sorprendentemente, atrapará al espectador.
En una familia de músicos, no puede haber un sordo. Y mucho menos si es hijo de una pianista, aunque no llegue a descollar en los escenarios. Por eso, su reto será ofrecer a la familia un genio. El genio que supere al padre y al hermano prestigioso, incluso, a ella misma. El plan le saldrá mal, pero encontrará un sustituto.

Anat se convierte en una típica idishe mame, sobreprotectora y posesiva. El niño tiene todas las comodidades en el hogar y en el colegio, pero nunca contará con tiempo ni lugar para su infancia. El piano será su compañero omnipresente. La narración se apoya con gran peso en los roles de madre e hijo, pero adquiere gran importancia la figura patriarcal, ubicada muy por encima de los demás integrantes de la familia y con un distanciamiento que da la idea de superioridad. En los ambientes claros, limpios, oclusivos, apenas la música aparece como un soplo de aire fresco, pero la tensión se siente en la escena. El conflicto es subyacente, anida en Anat, que lucha inútilmente por cumplir con el mandato familiar, ocultando un hecho vergonzoso.

Itay Tal logra un relato conmovedor, que atrapa, porque desde el comienzo queremos conocer el desenlace. Y esperamos que sea el que ha elegido para finalizar esta historia, triste historia, de una familia unida por la música, que depreda a sus integrantes.


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