30 agosto 2006

Les vacances de M. Jardí

Como corresponde en el hemisferio norte, esta es época de vacaciones. Y Marc se va por unos días. Antes ha dejado este texto que quiero compartir con quienes escriben y visitan Kinephilos, porque son parte de la misma familia a que hace referencia y porque nos pasa datos de blogs que vale la pena visitar.

Gracias por tus palabras, Marc. Qué disfrutes tus vacaciones y que vengas con la maleta cargada de reseñas, críticas o como quieras llamarles, que para mí siempre serán miradas muy tuyas.
¡Hasta la vuelta!

LS


LILIANA, YUME Y LA FAMILIA BLOGUERA
Marc Jardí

Hace ya poco más de un año, Yume creó un blog y me preguntó si quería participar en él. Me emocionó mucho la idea, puesto que después de leer los escritos de Bazin y el resto de Cahiers, el gusanito de la crítica tocó mi puerta. Y Yume me puso ante un espejo dándome una oportunidad preciosa.

No estoy seguro de haber escrito aún alguna crítica. Para escribir una hay que conocer todo aquello que engloba el cine. El cine contiene todas las artes y yo no domino ninguna de ellas, así que prefiero hablar de reseñas.

Los medios de comunicación y las compañías publicitarias y distribuidoras, se dedican a poner por las nubes películas con muchas carencias. También son expertos en entronizar a directores que hacen de todo excepto dirigir. Mi idea al comenzar a escribir era sabotear todo esto mientras reivindicaba a verdaderos autores, es decir, la misión principal de los cahiers. Si lo consideráis éticamente deplorable, pues vale, a lo mejor lo es.

Al poco tiempo esta idea cayó y decidí escribir sobre la película que me viniera en gana. De estreno o no, buena o mala según mi parecer, daba lo mismo. Al mismo tiempo, entendía mejor el funcionamiento de la blogosfera, sus normas y pasadizos.

Internet se creó con una intención utópica: que cada persona pudiera tener acceso a él. Hoy día esto no sucede, pero los blogs han dado oportunidad a que cualquier persona con un mínimo de interés pueda escribir lo que le plazca y de paso, compartirlo con otras personas con un mínimo de interés en leerlas.

A lo largo de este pequeño recorrido me he topado con varios blogs, unos mejores, otros no tanto. He debatido siempre de una manera amigable y he tenido atracones de conocimiento. He tenido reseñas mejores y peores, he faltado el respeto a gente y otras veces les he abierto mi corazón. Pero lo más importante, es que siempre ha sido enriquecedor, estoy aprendiendo muchísimo.

Algunos blogs se han ido, otros seguramente volverán y muchísimos se mantienen por aquí, peleando por un sitio, que no es fácil. Espero la pronta recuperación de la señorita Ice, mister Ed Harris y Aura. Los tres espacios muy buenos. También le deseo mucha suerte a super MadMax con su blog, él escribe muy bien, solo falta que termine de creérselo. Espero que sigan en la brecha los que para mí son los mejores blogs de todo la esfera: La cinefilia, Lobohombre Riera, mi camarada antártico, Empiezo a entender y Liliana de Kinephilos.

Liliana... según ella, su blog se creó a partir de una reseña mía, esto, verdadero o falso, siempre me ha ruborizado y es un enorme placer para mí poder escribir en su espacio, rodeado de tanto monstruo de la escritura. Liliana es, como Yume, entendida de todo lo que habla (el caso de Yume, en masculino).

Liliana es de los escasos y hermosos personajes de una película, ratoncita de filmoteca, ha crecido de sala en sala. Su conocimiento es abrumador. Es sin duda, la mejor.

Kinephilos es, como Tierras de cinefagia, mi segunda casa, un lugar donde me esperan familiares. Ya que en la blogosfera, todos, absolutamente todos, formamos una familia. Y familia en todo sentido, con manzanitas podridas e hijos pródigos.

Yo, antes de ponerme sentimental y ya para acabar esta pastelada del tamaño de la Sagrada Familia, comunico que me tomo unas vacaciones un tanto largas. Este escrito es para Liliana y Yume, y repito, para todos, absolutamente todos, porque joder, os merecéis un homenaje, que ya toca y pocas veces se brinda.

¡A vuestra salud!

26 agosto 2006

Match point

LA SUERTE ESTÁ ECHADA
Marcela Barbaro


El recorrido de una crítica cinematográfica podría asemejarse al trayecto que hace una pelota de tenis. La primera pretende alcanzar un espacio de difusión para poder hablar sobre cine; la segunda aspira llegar a su contrincante para comenzar el juego. Ambas, deberán traspasar algún obstáculo para poder lograrlo. Durante ese camino podrán suceder varias cosas:

1) La nota es publicada. Alcanza al potencial lector con resultados positivos.
2) No se logra publicar ni difundir en ningún otro medio.
3) Se publica. Pero se transforma en una nota más. No produce ningún efecto reflexivo.

Seguramente habrá más posibilidades, más entrecruzamientos con distintas repercusiones para uno y otro lado. ¿Será cuestión de suerte, será el destino, será la combinación de ambas cosas? ¿Cuánto hay de talento, cuánto hay de azar y cómo juegan nuestras decisiones?

Preguntas que forman parte de los interrogantes que Woody Allen aborda al hacer de Match Point un drama donde la suerte y el destino se entrecruzan y se cuestionan cara a cara sobre el polvo de ladrillo.

Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers) es entrenador de tenis, otrora ex tenista de competición, que llega a Londres en busca de trabajo. Consigue entrar a un club de tenis exclusivo donde conocerá a Tom Hewett (Matthew Goode), un elegante joven de familia muy adinerada con quien prontamente formará amistad. Tom lo involucrará en su círculo familiar donde le presentará a su hermana, Chloe (Emily Mortimer) con quien, no muy enamorado, formará pareja. Finalmente, al conocer a la novia de su amigo, Nola Rice (Scarlett Johansson) sentirá una atracción sexual inmediata, incontenible y también recíproca. Chris, Chloe y Nola serán los vértices de un triángulo amoroso que, por momentos, se volverá vertiginoso, tenso y desconcertante.

Allen divide a los personajes en dos grupos bien diferenciados y los enfrenta tirándoles la pelota para ver de qué lado cae y qué hacen con ella. Por un lado, están los desafortunados como Chris y Nola, apasionados, compulsivos y ambiciosos. Aspiran a un mejor nivel de vida y creen en la suerte como oportunidad de alcanzar la “salvación”. Por otro lado, están los afortunados como Tom y Chloe, seres nobles, serenos y leales que, a diferencia de los anteriores, no creen en la suerte como único motor de posibilidad y cambio.

Durante nuestra existencia no son muchos los momentos fortuitos donde la suerte acompaña. A pesar de ello, no podemos escapar a nuestra esencia, a nuestras propias elecciones y, más aún, a sus consecuencias. En definitiva, somos cómplices y víctimas de nuestro existencialismo.

Por Match Point el neoyorquino Allen ha salido con trofeo en mano, aunque cueste imaginarlo vestido de tenista y salpicado de un rabioso naranja.

22 agosto 2006

Todos somos putas

Marc Jardí



El plano de una ciudad. Un título, La calle de la vergüenza impresionado en dicho plano. Súbitamente, y por qué no, magistralmente, la cámara empieza un paneo hacia la derecha, mostrándonos panorámicamente toda la ciudad. Pero el título continúa impresionado en el plano. Por lo tanto, la calle de la vergüenza no es la bellamente descrita en la película, no es donde se desarrolla toda la acción (que también), sino toda la ciudad, todo un sistema.

Todos somos prostitutas viviendo en un enorme burdel.

Porque en La calle de la vergüenza resulta ser que las menos putas son las chicas que se prostituyen en los burdeles. En esta ciudad, un marido, un alcalde o cualquier persona es capaz de vender su cuerpo, o lo que es peor, su propia ética, con tal de conseguir un beneficio propio. O lo que es más patente, no perder lo que ya tienen. Hay miedo.

Y se recuerda a las Geishas.

Lo occidental llega, es lo nuevo, lo hermoso, lo explosivo. Lo occidental ha llegado para intentar chocar con una cultura ancestral, pero como somos putas, casi nos regalamos ante eso nuevo. No habría nada de malo si no renegáramos de nuestro pasado, o de lo que hemos estado pagando durante años para ahora dejarlo tirado e insultado por algo con un papel de regalo más joven y hermoso. Esta puta se llama Micky y lleva minifalda. La referencia es clara. Existe un choque al estilo Ozu, solo que éste es casi transparente.

En esta ciudad vergonzosa el que tiene el dinero tiene el poder. El que tiene dinero elige qué quiere consumir. Lo realmente triste es que se reniegue de la carne que se ha consumido durante años, y lo que es peor, se pisotee hasta el punto de humillarle solo porque ha llegado una carne más fresca. Y esta carne quiere propaganda.

En el film existen dos maneras muy distintas de ver la prostitución: la de las mujeres y la de la sociedad. La de la sociedad es la deplorable, la que Mizoguchi ataca y rechaza. Es la prostitución de los cobardes, la prostitución por el vicio del dinero. La prostitución de la cultura y la sociedad. Y la de algunos hombres.

Para la prostitución vista desde el punto de vista femenino no tengo palabras, puesto que si todas las putas fueran así, yo no dudaría en ser una de ellas. Si todas fueran así sería cliente habitual de un prostíbulo. Porque esas chicas, esas mujeres, esas madres, esas personas, transforman un oficio que, de cierta manera detestan, en algo digno y hermoso.

Dios y el Diablo


Miradas de Cine dedica su edición número 53 a las películas de los años 60. Participé junto a otros críticos votando por mis 15 películas favoritas de esa década. Los invito a leer una nota que me publicaron sobre una de ellas, Dios y el Diablo en la tierra del Sol, de Glauber Rocha.

A ver cuáles son las preferidas de ustedes.

Liliana Sáez



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El texto completo:

Deus e o diabo na terra do Sol
Liliana Sáez

Imposible desligar a Glauber Rocha de aquella manifestación cinematográfica de fuerte sesgo intelectual y estético que se denominó Cinema Novo, que a su vez se enmarca en un movimiento más amplio que lleva en sus entrañas las tendencias vanguardistas de otras cinematografías latinoamericanas nutridas por las efervescentes ideas políticas despertadas por la revolución cubana.

Con fuertes influencias del Neorrealismo italiano y de la Nouvelle Vague francesa, el Cinema Novo plantea una nueva mirada, un nuevo objetivo, una nueva ideología, una nueva estética. Es un cine que le abre espacio a la estridencia, al barroquismo, a la utopía. De allí surge la figura de Glauber Rocha, el cineasta más lúcido y controversial de este movimiento, que salía a filmar, como él mismo decía, "con una cámara en la mano y una idea en la cabeza".

Dios y el diablo en la tierra del sol (Deus e o diabo na terra do Sol), el segundo largometraje de Rocha, pertenece a este movimiento renovador del cine brasilero que influirá por años en otros autores latinoamericanos. Inspirado en la "Estética de la violencia", apela al signo que, según Rocha, caracteriza a su pueblo, el hambre, que a la vez es su originalidad, pues el hambre convoca a una violencia transformadora que se convierte en acto revolucionario, donde el colonizador llega a tomar conciencia de la existencia del colonizado.

Filmada en el Sertão, que se vuelve un lugar casi mítico gracias a este cine, una zona pobrísima, donde los campesinos malviven y son explotados, donde la aridez del terreno se opone al esfuerzo de sus trabajadores, donde el sol imprime huellas secas en una tierra de nadie, sus habitantes deambulan en una búsqueda constante, y siguiendo la tradición popular de los trovadores, Rocha nos relata la transformación de Manuel. Un campesino que ha matado al patrón explotador y en su huida/búsqueda de liberación halla caminos alienantes de la mano de un santón fanático que predica una rebelión moralista y de un cangaçeiro fuera de la ley que roba y mata sin motivo aparente. Entre ellos, un vengador, Antonio das Mortes.

Según testimonios de Rocha, Antonio das Mortes es el único personaje que necesitó cierta elaboración. Los demás: el campesino y su mujer, el ciego que narra la historia, Corisco —el cangaçeiro— y Sebastião —el fanático religioso— son fácilmente identificables con los habitantes del Sertão. Rocha no necesita mucho más, salvo adjudicarle al vengador Antonio das Mortes una conciencia "en trance". Este personaje siniestro y aparentemente primitivo es el que representa, de algún modo, la contradicción que permite que la historia del film avance. Porque Manuel y su mujer, María, serán tentados por "Dios" (el beato que los convoca a una peregrinación alienante) y por el "Diablo" (el cangaçeiro que lleva adelante una venganza sin-ton-ni-son) en una tierra que no tiene mucho para ofrecer..., al menos, hasta que los campesinos hayan sido liberados por Antonio das Mortes y puedan huir hacia el mar, hacia la vida, hacia la libertad.

Antonio das Mortes es un sicario pagado por los poderosos, quienes le encargan recorrer el Sertão para limpiarlo de posibles revolucionarios (el santón, el bandido), con la idea de frustrar los sueños de libertad de Manuel. Pero en esa exterminación, el campesino, el más puro de los seres, quedará libre de ataduras y, al descubrir la falsedad de los intentos revolucionarios en los que se había sumado, puede hacerse cargo de su propia revolución.

En una aparente simplificación, Manuel caracteriza al pueblo, mientras que Corisco al bandidismo y Sebastião al fanatismo moralista. Antonio das Mortes es el vengador de una clase que ve sacudidas sus bases ante la rebelión del pueblo. Y digo aparente simplificación, porque explicado así, no logra plasmarse el barroquismo de la propuesta de Rocha, donde el vengador lleva en sí las contradicciones típicas de la clase media brasilera y la intelectualidad burguesa, expresadas por las dudas y vacilaciones que el propio Antonio das Mortes le confiesa al ciego, o por el resultado de su accionar, donde en el afán por controlar una revolución, lo que hace es provocarla, al despojarla de falsas ataduras.

Dios y el diablo en la tierra del Sol habla de Brasil y de su gente con un ritmo muy nacional. Instituye el Sertão como lugar mítico, donde conviven personajes legendarios. Y cuenta una historia posible en los 60, cuando la ideología estaba imbuida de utopías que se creían posibles de alcanzar. Filmada en espacios abiertos, con cámara en mano, la luz de un sol implacable o las penumbras que dibuja la llama de las velas, y contada a través de cortes directos, Dios y el diablo en la tierra del Sol es la película que mejor representa al Cinema Novo. Sus planos generales, que ubican al desposeído en una gran planicie donde no hay nada que pueda cobijarlo, el montaje rápido para mostrar los efectos de una matanza furiosa o la cámara fija que registra a Corisco en un monólogo enloquecedor mientras se aleja, quedando en plano general, o se acerca y se coloca al costado del cuadro en primer plano, para luego mostrar sólo la mitad superior de su cara protegida por el sombrero en un primerísimo primer plano... son elementos novedosos en una cinematografía que venía repitiendo los patrones impuestos por el cine comercial y que, conscientemente, rompió con una serie de cánones para brindarnos esto, que es un cine nuevo, que es una propuesta estética joven, a pesar de los años que lleva encima.

16 agosto 2006

Un plan perfecto

EL ÚLTIMO “JOINT” DE SPIKE LEE
Marcela Barbaro





Imaginemos un ping pong de preguntas al director Spike Lee como marco para introducirnos en su último film, Inside Man (Un plan perfecto, 2006):

MB: SL

Una ciudad a retratar: Nueva York
Un actor: Denzel Washington
Un problema a solucionar: el racismo
Un mal social: la corrupción
Una característica de su estilo: la tenacidad crítica
Un hecho para no olvidar: el atentando del 11 de septiembre de 2000
Un ejemplo de hombre: Martin Luther King
Un ejemplo de hombre opuesto al anterior: George W. Bush

Muchas Gracias.


En Inside Man todas esas respuestas pasarán a transformarse en algunos de los tópicos con que Spike Lee irá desarrollando las tramas de este thriller policial, oportunidad para rendirle homenaje a la recordada Dog Day Afternoon (Tarde de Perros, 1975), aggiornado a nuestros tiempos.

Un plan de robo estudiado puntillosamente, donde nada queda librado al azar. El líder de la banda (Clive Owen) es pragmático, inteligente, frío y calculador; su equipo de colaboradores, desconocido. Frente a ellos, un policía (Denzel Washington), no de los más destacados pero sí jugado, romántico, leal, de convicciones y principios. En el medio de ellos, una negociadora o lobbista (Jodie Foster) calculadora, intrépida y sexy. El lugar elegido: un banco de Wall Street. Qué mejor espacio para reunir a una multiplicidad de etnias y someterlas a una misma circunstancia dramática donde todos terminan siendo iguales entre ellos mismos, y ante los ojos de quienes desconfiarán de ellos. ¿Rehenes, cómplices o víctimas?

Bajo un ritmo vertiginoso, la agilidad de Lee hace que, a pesar de ser un film de tono comercial, no deje de ser bueno y atrapante. El film no se circunscribe solamente a la circunstancia del robo, sino que despliega un guión con subtramas que responden a los tópicos mencionados y al desarrollo de las críticas que el director nos fue acostumbrando. Entre ellas, le apunta a la respetabilidad hipócrita que esconde, casi siempre, el poder; a la inescrupolisidad con que se maneja el capitalismo; a los hechos de la historia que no se deben olvidar y a la realidad cotidiana con que debe lidiar la convivencia multirracial, moneda corriente en una ciudad tan cosmopolita y tan desigual.

El respeto, en todos los órdenes, es una de las cualidades más preciadas y a partir de la cual se honra a un hombre. Pero hay que ganarla y demostrarla. Spike Lee ha demostrado, a lo largo de su obra, ser un autor respetuoso de sus principios, de su lucha, de sus ideales. Puede mirarse a ese espejo al que hace referencia la voz en off de Clive Owen. Luego, lo enfrentará al público y a la sociedad toda.

Sin duda, un buen ejercicio.

13 agosto 2006

Andrés, el guardián del Calabozo

Antes de denominarse así, Kinephilos intentó ser Cinesífilis, una palabra que leí por primera vez en un texto de Andrés Caicedo. Por Andrés descubrí Pulsar, y de allí hasta Daniel, sólo unos pasos: comentarios, mails, msn... la amistad. Perteneciente a la raza de los I-H (ingenieros humanistas), Daniel me ha abierto un mundo: ha compartido sus amigos, a los que ya siento míos; su ciudad, que raramente me es familiar; su dedicación a El Clavo, que leo regularmente; su música preferida, que nace muy cerca de donde yo vivo... Daniel se ha convertido en un amigo que en pocos meses se ha vuelto entrañable. Hoy publica en este espacio reservado a quienes quieran compartirlo conmigo, y lo hace escribiendo sobre aquella película que a mí me descubrió ese mito caleño que es Andrés Caicedo.
Bienvenido, Daniel.
LS


UNOS POCOS BUENOS AMIGOS / NO TAN POCOS
Daniel Mauricio Guzmán Burgos


Hace 24 minutos me terminé de ver el Docu-drama de Luis Ospina Unos pocos buenos amigos y quedé frikeado... Me movió el sentimiento ver esa convergencia de imágenes que representan casi todas las cosas que más me apasionan en mi vida: Cali, la de allá y la de acá, el paraíso infernal, la ciudad que me vio nacer y me ha visto vivir, el caldero que cocina extremos sin aparente dificultad; las personas que me despiertan el orgullito de ser de esta provincia extraña, verlas jóvenes, flacas, con pelo, vivas; y Andrés, el guardián del Calabozo, de Calicalabozo.

El documental como tal es un homenaje, un exorcismo y una escapatoria a un largo luto… eso para Ospina. Para mí, que he recorrido con humildad y casi que sin una consciencia absoluta de un por qué, el camino del destinito fatal, es el elemento último donde todo finalmente se une, se acopla y tiene sentido.

Ver esa Cali mezclada, la de las imágenes de archivo, de los 70s, del mítico Teatro San Fernando, de la calle sexta amplia, libre, receptora feliz del mayor regalo que tiene la ciudad –la brisa que llega con la tarde, regalo del océano– vena principal de la sociedad, el verdadero pulso de Cali. La Cali de los 80s, la que mis muy jóvenes ojos vieron y mi supremamente selectiva memoria –por alguna extraña razón– aun mantiene en el recuerdo: Versalles [Con su parque hoy remodelado y a pocas cuadras de mi oficina], Centenario [Con la antigua sede del Colegio Berchmans, que fue demolida y ahora sólo queda la iglesia], Santa Mónica, Santa Teresita y de nuevo la sexta. El reconocimiento de esos lugares, el saber que aún los vivo y que fueron el escenario por donde se movió Andrés es algo muy fuerte.

Yo nunca había visto a Andrés en movimiento. Suena raro para un man tan fan como yo [Declarado] pero es que tenía miedo de matar a mi imagen de él. Confieso que verlo ahorita tan mundano, tan “real” movió las cosas pero en últimas Andrés volvió a quedar en su sitio privilegiado, donde debe estar. Escucharlo hablar, verlo actuar en su película inconclusa Angelita y Miguel Ángel haciendo de un Policía-empleada-del-servicio (Con pelo corto, incluso) fue alucinante. Y bueno, los amigos, la gente de alrededor: Enrique Buenaventura (y el TEC), Oscar Campo, Carlos Mayolo, Miguel González… todos esos, caras conocidas. Ver a los desconocidos es otra cosa, especialmente a Clarisolsita, que llegó a parecerse tanto a la heroína de su historia [¡Que viva la Música!] que desmereció totalmente la dedicatoria del libro.

Es extraño ver cómo la rotación del mundo y de la Historia cambia las cosas. De hace 20 años, cuando eran sólo unos pocos buenos amigos a hoy, cuando se está levantando una asombrosamente gigante ola de personas marcadas por la sombra del muchacho “desgarbado, de pelo largo y anteojos, tomándose una Coca-Cola y hablando con los muchachos de Cine”. El muchacho que ahora es mito y que con su Cine Club, sus vampiros y sus personajes trágicos logró que Cali pensara en ser más que una ciudad espectadora y pasara a vivir entre cámaras y guiones.

Santiago de Cali, 11 de Agosto de 2006.

11 agosto 2006

Desde Barcelona


No sé qué encanto tienen los aeropuertos para mí, pero ir a recibir a la gente que llega me genera una alegría maravillosa. Ir a despedirlos, una tristeza increíble, la sensación del desamparo más extraño...

Esta vez tocó esperar a mis padres, que llegaron de Barcelona. La ley de Murphy impidió que fuéramos al aeropuerto, pero ahí tuve la certeza de que aunque yo no vaya a recibirlos, los viajeros igual llegan... y llegan bien.

Noticias de Sergio, Virginia y Pol, de los Eulalios, de Paula, de Marc, de un verano calurosísimo que les impidió pasear todo lo que hubiera sido deseable, unos días geniales en la playa, la felicidad de estar con el hijo que vive lejos y, sobre todo, la alegría de volver.

Abrir las valijas genera expectativas, nos sentamos en el piso a ver todo lo que nos habían traído. Pensarán "¡qué interesados!". Es que somos como niños, y tenemos una tradición de aeropuertos, idas, venidas, despedidas, reencuentros... que se ha armado sobre la base de llevar y traer cosas significativas de Mendoza a Buenos Aires, de Buenos Aires a Caracas, de Caracas a Barcelona, de Barcelona a Buenos Aires..., en fin... familia seminómade que me ha tocado en suerte.

Por eso lo que guardan las maletas puede ser tan maravilloso, porque no sólo son cosas de otro sitio, sino también son cosas elegidas para uno, son cosas que hablan de un otro que se quedó, o de un otro que vino..., ¡qué enredo! ¿Pero se entiende, no?

De las valijas salían dulces, ropa, libros, revistas, películas... Virginia mandó una colección de Fotogramas, con muuuuchas imágenes para regalarle a los ojos. También trajeron un anuario que me cuenta qué pelis vieron los españoles (y qué porcentaje de todo eso nos perdimos de ver los argentinos), y tres películas clásicas, de esas que uno no se cansa de ver. Dos monstruos míticos, James Dean y Marilyn Monroe, disfrutables en Al este del paraíso y Con las faldas a lo loco (aquí se tituló Una Eva y dos Adanes) y una de esas lagunas imposibles: El cartero siempre llama dos veces, de la que sólo he visto escenas sueltas y ahora me daré el gusto de verla completa. Oportunamente escribiré sobre todas ellas.

Y Marc..., ese amigo que ama el cine y que escribe con mirada nueva y sensible lo que ese cine le suscita. Primero, una nota manuscrita (¡cómo me gusta ver sobre el papel la caligrafía de los seres queridos!) con una ingeniosa cita de Sarte y una referencia a nosotros que me encantó; luego algo muy frágil, que aún no sé bien qué es, pero que hizo muy feliz a Paola cuando la vio. Y las películas españolas. Mi amado Erice en DVD. El espíritu de la colmena, El Sur y El sol del membrillo. Y Ana y los lobos, de Saura. Algunas de ellas me remiten a mi adolescencia... Otras a la cinemateca venezolana... Todas, al cine español que más me gusta. Habrá posts a partir de esto. Ah, y caramelos, unos dulces riquísimos y super originales para disfrutar desde los sentidos.

Últimamente, mi mesa se ha visto invadida por regalos. De diferentes sitios, de diferentes personas, pero cosas que me encantan, que disfruto, que me llenan de felicidad. Son cosas. Cosas. ¡Qué palabra insuficiente para describir todo esto! Porque son cosas materiales, pero disparadoras de ensueños, de sentimientos, de emociones... Me hace falta una palabra para definir esto que es "más que cosas".

¡Gracias, gente querida, por consentirme tanto!

Liliana Sáez

04 agosto 2006

Todo por un sueño

ALSINO Y EL CÓNDOR
Cualquier parecido con la realidad es simple coincidencia



Vi esta película hace años. La volví a ver hace muy poco. Pensé que vería una historia anacrónica. Claro, el sueño revolucionario de los 70 ha muerto. ¿Ha muerto? No sé, pero no es esto lo que desencadenó la serie de preguntas que me planteé. Más bien se removieron temores, horrores y enojos al volver a ver la misma historia repitiéndose en otros sitios del planeta. Siempre hay un territorio donde el más poderoso del mundo busca satisfacer su insaciable sed de poder. Los años que han pasado no sirven para convencerme. Duele...


Decir Miguel Littin es decir El chacal de Nahuel Toro (1973), el sueño del Chile de Allende; decir Miguel Littin también es decir Alsino y el cóndor (1982), el exilio del Chile de Pinochet.

Al bajar de las Lomas de Tiscapa, Sandino entregaba su vida por un ideal, el que combatía Anastasio Somoza, su verdugo, un mediocre guardia nacional que se convirtió en dictador de Nicaragua con el apoyo militar de los Estados Unidos. Nicaragua pudo ver el sueño de Sandino cumplido recién en 1979, y es en ese clima de euforia cuando se filma Alsino y el cóndor, una metáfora de la lucha por un sueño alcanzado y vuelto a perder, pero posible.

Alsino y sus ansias de volar. Una abuela que lo ata a la madre tierra, aquella que no tiene día, ni mes, ni año, sino que vive al pulso de la siembra y de la cosecha. Un árbol centenario, añoso, gigantesco, en medio de la selva nicaragüense. Una Nicaragua invadida, que también sueña con volar en libertad.

Un pájaro metálico que sobrevuela la selva, refugio de un ejército de Manueles que lucha por el sueño de Nicaragua, que como Alsino sólo quiere ser libre... Ese pájaro viene a cortar alas, viene a interrumpir sueños, viene a instalar una pesadilla.

Planos generales de campesinos que son obligados a dejar su tierra, sus sembradíos. Planos aéreos de una selva espesa, que esconde bajo las gigantescas hojas de los plátanos la insurgencia de otro sueño: el de ser libres.

Alsino, nombre que sabe a montañas, a ríos, a selvas. Alsino, ¡cuánto se parece tu nombre a Sandino!

Liliana Sáez

(Una inquietud: Alguien tiene que ocuparse de armar un buen archivo de fotografías de las películas latinoamericanas, no puede ser que tengamos que acudir a los afiches en inglés...)