12 septiembre 2014

Benjamin Abrahão: De los confines del Líbano al espinoso Sertão

Liliana Sáez


Huyendo de la convocatoria para luchar en la Primera Guerra Mundial, Benjamin Abrahão Botto llegó a Recife, en Brasil, donde se dedicó a la venta ambulante, ofreciendo telas y, más tarde, harina, azúcar y carne proveniente del Sertão[1]… El Sertão se apropió de sus sueños de montañés y supo que algún día lo visitaría. Compró dos burros y un caballo y se dirigió hacia Juazeiro do Norte, un pueblo invadido por los peregrinos que visitaban al Padre Cícero.
Cícero Romão Batista, también conocido como Padim Ciço, era un sacerdote de gran influencia en la región nordestina brasilera. Propietario de grandes extensiones de tierra, su acción influyó en los aspectos sociales, políticos y religiosos de la zona, a través de su principal asistente, el doctor Floro Bartolomeu. Su autoridad se hizo sentir en la región hasta poco después de la Revolución de 1930.
El fascinante inmigrante libanés pronto pasó a integrar la “corte” del Padre Cícero, convirtiéndose en su secretario. Fue testigo de la historia regional, desde el paso de la Columna de Prestes, que buscaba derrocar el gobierno de Artur Bernardes, hasta la llegada al poder del general Getulio Vargas.

Dios y el Diablo en la tierra del Sol y "La estética de la violencia", de Glauber Rocha



Liliana Sáez

La amplia geografía del sertão, en el nordeste de Brasil, fue el escenario elegido por el máximo exponente del cine brasilero, Glauber Rocha, para componer su obra más famosa: Deus e o Diabo na Terra do Sol (1964) y su secuela: O Dragão da Maldade contra o Santo Guerreiro (1969).
Para comprender el auge –y el fin- del cangaço debemos referirnos a una serie de circunstancias que hacen a la historia de los personajes involucrados. Muchos han querido hacer un paralelismo entre el western norteamericano y el cine de cangaceiros brasilero. En ambos casos se trata de regiones inhóspitas, donde la civilización intenta hacerse un espacio, con la llegada de los pioneros que buscan establecerse y adueñarse de la mayor porción de tierras, el acompañamiento de religiosos y santones que pretenden llevar la fe al bárbaro para civilizarlo, la creación de ejércitos personales como necesidad de protección, la brecha inmensa e injusta que se instala entre los ganaderos y los campesinos… Todo esto en una época en que se daban las migraciones internas en busca de trabajo, la construcción del ferrocarril para llegar a los lugares más distantes, la industrialización del país que llevaba a la instalación de un estado moderno…
Sin embargo, el fenómeno del cangaço es singular, exclusivo del Sertão y del Agreste. Ambas regiones se caracterizan por sus extensas áreas áridas. El nordeste brasilero posee un relieve irregular que se extiende en sus casi 800 mil kilómetros de superficie total, con ciudades importantes como Salvador de Bahía, Fortaleza y Recife. Para la época a la que nos estamos refiriendo, apenas eran avanzadas de civilización, donde los terratenientes impusieron la agricultura invasiva y el pastoreo del ganado, lo cual fue cambiando el paisaje que transitaban los cangaceiros del siglo veinte. Esa zona también es denominada “caatinga”, un lugar donde la naturaleza se vuelve esquiva al hombre, permitiendo la presencia de fuertes desigualdades sociales.

08 septiembre 2014

Cangaceiros: bandidos rurales

Liliana Sáez

Si bien la presencia del cangaço en el nordeste de Brasil data de 1830-1840, fue un grupo de cangaceiros el que hizo famoso el fenómeno de bandidismo rural entre 1890 y 1940, época que se extiende entre la instauración de la Primera República y el Estado Novo. Cangaceiros como Antônio Silvino, Sinhô Pereira, Ângelo Roque, Jararaca, Lampião y Corisco eran bandidos nómades que asolaron la región, enfrentándose al poder económico, representado por unos pocos hacendados y terratenientes que para enriquecerse no miraban las necesidades de los campesinos, pertenecientes a un pueblo empobrecido y explotado.
Hay que decir que la geografía era inhóspita, con vegetación xerófila, grandes extensiones de tierra con escasas fuentes de agua y un clima extremo que iba desde los 7 grados por las noches a los 45 del mediodía. En ese espacio árido se extendían el Agreste y el Sertão, por donde se desplazaban estos grupos, compuestos de cangaceiros y sus mujeres (sin niños, porque podían delatarlos), sin lugar fijo para establecerse, con la finalidad de despistar a los ejércitos particulares de los “señores feudales” del sector.
Los cangaceiros formaban un bando alrededor de un líder, que a partir de la jefatura de Lampião se había organizado según ciertas normas rígidas que los protegió como grupo, obteniendo escasas derrotas. Cada uno de ellos tenía su pareja y practicaba la monogamia. Si alguno moría, su escolta se hacía cargo de la “viuda”. Los niños  eran entregados a la Iglesia o a alguna institución de bien público para que los criara… Estos hombres y mujeres vestían de manera particular.