27 noviembre 2007

Historia fabulada

Liliana Sáez



Rociar el interior de La bella y la bestia con Mme. Bovary y dejarlo en maceración durante veinte minutos; mientras tanto, rehogar La dama de las camelias y agregarle una pizca, a elección, de La Guerra de las Galaxias (léase Chewbacca) o de Los locos Adams (léase Tío Cosa). Rellenar con la pasta rehogada y barnizar con bastante Freaks. Colocar en el horno por unos cien minutos y estará listo para quedarse con las ganas de haber visto un verdadero homenaje a una de las fotógrafas norteamericanas más singulares.

Diane Arbus tiene la ¿suerte? de hacerse más popular luego de Fur, un retrato imaginario de Diane Arbus, cocinada por Steven Shainberg. La mujer perfecta-ama-de-casa, hija educada bajo las intachables normas de una familia acomodada, ve, gracias al regalo que alguna vez le hace su esposo, la posibilidad de retratar el otro lado de las cosas. Aquello que todos ignoran, aquello que les hace desviar la mirada...

El contraste entre una mujer que ha fungido de asistente de su marido en la tarea de fotografiar modelos para las revistas de modas le aburre tanto, que en su búsqueda de algo que rompa con la perfección que la rodea y que su marido Allan retrata, le permite internarse en un submundo al que seguramente no llegó como cuenta la película. No debemos sentirnos engañados, pues la advertencia está al comienzo del film. Allí se nos dice que es una historia fabulada. Y realmente, si vamos a buscar una biografía, no es mucho lo que vamos a obtener. Sobre todo, porque la biografía de Arbus está bastante manipulada con aquellos ingredientes que, macerados, rellenan la obra que se nos quiere hacer ver.

La atmósfera aséptica del hogar se verá contaminada por otras de un submundo que, paradójicamente, vive sobre su casa. Una fauna de seres freaks, como Lionel Sweeney (el socías de Chawbacca) los denomina, llamarán mucho más su atención que la aburrídisima labor que la espera junto a su esposo e hijas.

La presentación tan elemental de la historia está teñida de tantas referencias literarias y fílmicas, que si se tratara de un guiño al espectador, hubiéramos aplaudido; pero por el contrario, pareciera nutrirse de ellas más bien por falta de imaginación.

Creo que hay una deslealtad hacia Diane, porque en la simple descripción de una mujer que rompe el orden establecido por sus padres, primero, y por su esposo, después, no habla de lo que como artista busca retratar. La atención que le llaman los freaks nos remite burdamente hacia su lado más perverso, y eso que sólo está anticipándonos la que será su mirada del mundo. Las fotografías de Diane se limitan a retratar, literalmente, a esos seres extraños que le llaman la atención. Sus placas no tienen grises, sino contrastes en blanco y negro. Sus tomas son frontales. Los personajes te miran desde la foto con la misma curiosidad con que uno los ve a ellos.

No hubiera estado mal que Shainberg se hubiera planteado tratar con mayor profundidad a este personaje que ha dejado unas fotos tan extrañas, que encontró en ese submundo una identificación tal que necesitó retratarlo, complementándose con la pulcritud y la belleza de la fotógrafa, como si ella buscara contaminarse de ese imperfeccionismo de tal manera, como si en ello le fuera –otra vez, literalmente– la vida.


Nota:
Les recomiendo revisar la carpeta sobre Diane Arbus, en Shangri-la.

22 noviembre 2007

Falsa despedida


El cine español me ha visto a través de tu mirada.
Aunque insistas en irte... aunque cada fotograma guarde una trayectoria impecable... yo prefiero recordarte en el primer Carlos Saura y en la unicidad de El espíritu de la colmena.




La imagen es una caricatura de Fernando Fernán Gómez, realizada por Vizcarra.

20 noviembre 2007

sobre paisaje en la niebla


ven. van a contarte una historia
a llevarte a un sitio

donde se vive en los sueños
se habla para adentro

y cuando duermen
nos cuentan secretos

a llevarte a un sitio

donde nieva
y el tiempo se paraliza para que jueguen los sueños
interrumpidos

ven. van a contarte una historia

donde hay pequeñas posadas
y una carreta con fruta en una calle desierta

donde una novia intenta escapar

y un caballo muere
y la novia se casa
y celebramos la triste realidad

donde un niño mira un positivo
el primer y último frame son niebla

donde la niña se hace mujer en la parte de atrás de un camión
un niño tiene el cine en sus manos

pero lo peor
es que la realidad sigue aplastando los sueños

en un sitio donde se trabaja para comer
un violinista es expulsado

a llevarte a un sitio

donde las ciudades devastadas son habitadas por nómadas
no existen los jardines
se acaba el teatro

donde un árbol es un tesoro.


marc jardí

13 noviembre 2007

El cielo y el celuloide

UNA REFLEXIÓN SOBRE LA INFLUENCIA DE LA RELIGIÓN EN EL CINE DE MARTIN SCORSESE


Toda mi vida ha consistido en el cine y la religión. En eso. Nada más.
(My whole life has been movies and religion. That's it. Nothing else).


Con esa frase Scorsese definió perfectamente toda su trayectoria profesional como cineasta, porque si hay un tema recurrente en sus obras, ese es la religión y los conceptos habitualmente asociados a la fe católica (culpa, redención, sacrificio personal...). En casi todas sus películas, desde los proyectos personales (Taxi Driver, New York, New York) hasta aquellos realizados por encargo (Boxcar Bertha, The Color of Money), podemos encontrar claras referencias al catolicismo y diversos aspectos relacionados con él. Gente crucificada, individuos en busca de su redención, la existencia o la falta de fe, personas que se entregan por sus congéneres... Incluso encontramos una película que trata directamente la fe católica, The Last Temptation of Christ, la cual, aunque fue señalada por mucha gente, incluyendo a cineastas como Franco Zeffirelli, como una película contraria a dicha religión, sólo sirve para confirmar el profundo catolicismo que habita en este cineasta. Visto que la religión es una parte tan importante en la vida de Scorsese, podemos preguntarnos qué pasión surgió antes en él. ¿Fue atraído primero por una simple sala a oscuras o por una iglesia? Para salir de dudas primero veamos algunos datos sobre su infancia.
Nacido como Martin Marcantonio Luciano Scorsese el 17 de noviembre de 1942 en Queens (Nueva York, EE.UU.), tiene sangre italiana fluyendo por sus venas, aunque sus padres ya nacieron bajo el amparo del sueño americano. Desde pequeño demostró un gran interés por la religión, siendo la suya una familia profundamente católica, por lo que su primer sueño en la vida fue ser ordenado sacerdote. Pero otra pasión fue poco a poco asentándose en él: el cine. Al ser un niño de salud bastante endeble, era habitual que faltase a clase y pasase poco tiempo jugando en la calle con otros chicos de su edad. Por ese motivo los cines se convirtieron en su refugio personal. El neorrealismo caló profundamente en él, y sus conocimientos e interés no hicieron sino aumentar con los años, ganándole finalmente la partida el cine a la religión a la hora de escoger a qué dedicar su vida. El Tisch de la universidad de Nueva York fue finalmente el lugar en el cual aprendió cómo dedicar toda su vida al mundo del celuloide. Pero, a pesar de ello, la religión nunca dejó de ser una parte fundamental de su vida, como numerosos comentarios suyos confirman.
Tras realizar una serie de cortos, como What's a Nice Girl Like You Doing in a Place Like This? (1963) o It's Not Just You, Murray! (1964), debutó en los largometrajes con Who´s That Knocking at My Door?, con el cual logró impresionar al productor de películas de serie B Roger Corman, que años más tarde decidiría apoyar su carrera produciendo y encargándole la dirección de Boxcar Bertha, una película que muchos definirían como “una Bonnie & Clyde de serie B”. En este film ya vislumbraríamos claras alusiones al otro motivo en torno al cual gira la vida de este pequeño (por estatura) director estadounidense.

Protagonistas masculinos con problemas

Una de las referencias más simples, e incluso vagas, a la religión que podemos encontrar en varias películas de Scorsese en su diversa filmografía es la tipología de su protagonista. Un hombre joven, con una situación cercana en cierto modo al martirio: sufre por haber nacido y crecido en el entorno “equivocado”, en el momento “equivocado”. Además, en algunas ocasiones sus intentos por ayudar a los demás no hacen sino aumentar sus problemas, sin provocar mejoría alguna en la sociedad. Por ejemplo, 'Big' Bill Shelly (David Carradine), en Boxcar Bertha, pretende ayudar a sus amigos trabajadores frente a la tiranía de los empresarios explotadores, pero sólo parece servir para que la policía los persiga sin descanso, quemando sus campamentos de un modo increíblemente arcaico. Charlie (Harvey Keitel) realiza también todos los actos buenos a su alcance por el joven e irresponsable Johnny Boy (Robert De Niro) en Mean Streets, sin que todo ello parezca ayudar realmente al muchacho.
Hay casos en los que el protagonista sufre la evolución (o involución) cultural, tecnológica, política y moral de la sociedad más que la propia conducta de los individuos que la integran. El anterior ejemplo de Boxcar Bertha también podría servir para ilustrar el caso concreto de la evolución tecnológica, ya que transcurre durante la Depresión mostrando una situación laboral que también se podría ubicar en la Revolución Industrial del S. XIX.
La involución moral y cultural está personificada en Paul Hackett (Griffin Dunne), que en After Hours consigue una cita con una mujer que sólo parece interesarle para mantener relaciones sexuales. Incluso instantes antes de reunirse con ella su compañera de piso y él tienen una escena muy insinuante, parece que sin importarle el hecho de que la chica que mostró una gran ilusión por pasar una velada con él pueda entrar y descubrirlos de ese modo. Pero tras la fallida cita se vislumbra el desastre: la noche se transforma en un continuo devenir de confusiones, sobre todo de índole emocional, con diversas personas con las que se cruza. La desorientación de Paul simboliza magníficamente la vacuidad de su existencia, extensible a la de la inmensa mayoría de los habitantes de esta sociedad contemporánea. Sale buscando el más básico de los placeres, el carnal, y se encuentra con todo tipo de situaciones y personas con las que no sabe lidiar emocionalmente.
Otro excelente ejemplo lo encontramos en The Age of Innocence, aunque en este caso la involución moral no se plasma en los protagonistas, sino en los demás integrantes de la sociedad; una sociedad que no aceptaría con buenos ojos el apasionado romance entre Newland Archer (Daniel Day-Lewis) y la condesa Olenska (Michelle Pfeiffer), debido, sobre todo, a que esta última está divorciada. La doble moral planea en todo momento en este film. “Nosotros aprobamos la ley del divorcio, pero no nos parece moral ni respetable que la gente se divorcie” es el vergonzoso mensaje transmitido por la mayoría de los vecinos y familiares de la enamorada pareja.
El Dalai Lama, líder espiritual del Tíbet, tuvo que abandonar su tierra natal y emigrar a la India por culpa de la invasión y posterior ocupación del ejército chino del comunista Mao. La evolución política de la limítrofe China, aunque semeja más una involución si atendemos a la inmensa pérdida de derechos del pueblo y al cruento trato que le fue dado por parte de su tiránico líder, supuso la mayor desgracia en la vida de este joven entregado en cuerpo y alma a su pueblo, una dura vida reflejada por Scorsese en Kundun.
En algunos casos el personaje principal sufre sus tormentos por causas más concretas y no tan relacionadas con la sociedad o la época. En Taxi Driver, Travis Bickle (Robert De Niro) se nos presenta como un hombre con claros problemas de adaptación, tendencia a la violencia, racista, elitista y egocéntrico. Un sociópata que fácilmente desembocaría en un psicópata. La sociedad no sale especialmente favorecida con individuos así, aunque Travis sí pretende mejorarla pero para plasmar la visión que él tiene de ella. Sin negros, prostitutas, proxenetas ni drogadictos. El trastorno provoca que toda esa destrucción sea una ayuda desde su punto de vista. Pero, aunque él pueda hacer sufrir a bastantes personas, su sufrimiento y soledad son también palpables, tratándose él mismo como otro mártir cuando pretende suicidarse tras haber realizado lo que percibe como un acto memorable.
El policía Billy Costigan (Leonardo DiCaprio) acaba perdiendo la noción de su propia identidad al haber aceptado el trabajo de infiltrarse en la banda del delincuente Frank Costello (Jack Nicholson), mientras que éste introduce a uno de sus hombres, Collin Sullivan (Matt Damon), en el cuerpo de policía, sufriendo los mismos efectos que su equivalente del otro lado de la ley. Martin Scorsese plasmó en The Departed a dos protagonistas que sufren graves problemas en su universo personal al tener que interpretar dos papeles al mismo tiempo. Son grandes sufridores, sobre todo Costigan, pero no son resultado de una evolución social, sino de la elección de un trabajo que ya sabrían que no resultaría fácil, aunque en su caso sí podemos identificar la tendencia actual en esta sociedad de ser cada uno menos fiel a unos valores e ideas y, por tanto, no gozar de una identidad propia.
En resumen, a lo largo de todas sus obras podemos observar una clara tendencia hacia el martirio de los protagonistas, normalmente debido a la sociedad y tiempo que les ha tocado vivir, aunque en otras ocasiones sea por haber realizado alguna elección de la cual no supieron prever bien su resultado. Evidentemente, en The Last Temptation of Christ tenemos al mártir del cual provienen todos los demás citados, confirmando la preferencia de Scorsese por dicho tipo de protagonista y por aspectos relacionados, directa o indirectamente, con la religión.

La redención

Establecidas ya las relaciones del protagonista con el entorno que habita, habitualmente problemáticas, como ya previamente hemos comentado, es el momento de analizar sus acciones y consecuencias, tanto prácticas como meramente simbólicas, y uno de los fines más perseguidos en las películas de este director italoamericano es el de la redención. Dicha redención puede ser moral, profesional, social o de cualquier otro tipo, pero siempre le sirve al protagonista para enmendar errores o acciones inapropiadas de su pasado.
Charlie, en Mean Streets, intenta ayudar en todo momento a Johnny Boy como modo de redimirse tras habitar día tras día un mundo lleno de delitos y actos inmorales, que en ocasiones incluso él tiene que realizar, chocando por completo con su profunda fe católica. No resulta ser la ayuda que él esperaba, y los demás no comprenden en muchos casos que se interese por un joven tan inmaduro e irresponsable, pero sí le sirve para perdonarse a sí mismo todas las mañanas los males realizados el día anterior.
Volviendo con Taxi Driver, Travis Bickle planea asesinar al senador Charles Palantine por puro rencor y desprecio a la sociedad y a todos los que la integran. Pero las cosas no salen como es debido, y al sociópata no le queda otro remedio que huir, pero poco después se decidirá a eliminar de la sociedad a otros individuos, concretamente al proxeneta de su amiga Iris, al encargado de las habitaciones en que realizan su trabajo las prostitutas y a uno de los clientes, otro delincuente. Tras semejante matanza y haber hecho ademán de suicidarse, Travis queda como un héroe para toda la sociedad que considera un acto de entrega el masacrar a dichos criminales. Nuestro taxista sabe que no hizo lo más correcto según la moral habitualmente establecida, por eso pretendía suicidarse, pero el hecho de que los demás lo aprecien positivamente le facilita redimirse socialmente y seguir adelante con su vida tras tamaña experiencia.
Una redención muy simbólica a ojos del público, y nada práctica en el contexto de la historia, es la que protagoniza Jake LaMotta (Robert De Niro) en Raging Bull. En ella el mítico boxeador, tras alcanzar la cima ganando el título mundial, acaba descendiendo al infierno, al convertirse en un mediocre presentador de espectáculos en clubes poco importantes. Vemos que el violento, machista y repleto de celos triunfador del principio acaba como un orondo don nadie que incluso tiene que soportar algunas jornadas en prisión. En la historia se aprecia claramente que nadie le perdona, ni su hermano ni su esposa, y la sociedad tampoco lo recibe con los brazos abiertos. Él mismo no considera sus actos tan injustos o erróneos, por lo que ni siquiera sirve como redención personal, así que sólo funciona simbólicamente a ojos del espectador que acaba de vislumbrar buena parte de la vida de este boxeador.
Bringing Out the Dead es, sin duda, la película sobre la redención por excelencia. Frank Pierce (Nicolas Cage) es un enfermero de Nueva York asignado a una ambulancia de los servicios de urgencia que lleva meses sin salvar a un solo paciente, por lo que se encuentra en plena crisis profesional y personal (su mujer le dejó hace algún tiempo). A lo largo de toda la historia se nos muestra que su gran obsesión es salvar a algún habitante de la Gran Manzana para redimirse de tantos meses viendo morir a todo tipo de hombres y mujeres en sus brazos. Esta redención personal y profesional (también se podría considerar espiritual debido a la fuerte carga de un trabajo que implica la muerte o supervivencia de otros individuos) le conducirá a un reencuentro consigo mismo que ya había intentado a través de otros medios, como las drogas o el alcohol. También hay una suerte de reencuentro emocional, tras su ruptura matrimonial, al entablar una fuerte amistad con Mary Burke (Patricia Arquette), hija de un paciente al que atiende de un infarto.
El detectiva Dignam (Mark Wahlberg) se redime, en esta ocasión ante el público, tras haber resultado uno de los personajes menos sociables y amables del film, ajusticiando al infiltrado Collin Sullivan al final de The Departed, aunque para él probablemente resulte más una venganza y acto de justicia debido al fuerte desprecio y desconfianza mutua que previamente habían mostrado.

La fe

Otra de las características habituales de los protagonistas de las películas de Scorsese es la fe que demuestran respecto a algún ente. Puede ser en la sociedad, en algún personaje en concreto, en una profesión... y dicha fe puede ya haber sido perdida, quizás sea recuperada durante el film o bien su pérdida se acreciente según evoluciona la historia.
Una muestra directa de la fe católica la tenemos en Mean Streets, en la cual, como ya comenté anteriormente, Charlie tiene que conciliar sus creencias con el pecaminoso entorno en que vive. Sin duda alguna este personaje está basado en la infancia del propio Scorsese, el cual también era profundamente creyente y veía en todo momento por su barrio actos degradantes e incluso criminales.
Travis Bickle, debido a la sociopatía que padece, se siente totalmente apartado del entorno social, viéndolo como un sistema podrido debido a la existencia de negros, drogadictos y prostitutas, entre otros. Esta creciente pérdida de fe en el sistema mostrada en Taxi Driver es menos consciente para el protagonista que otros ejemplos, debido al trastorno que sufre, pero es una de las mayores muestras de ausencia de fe de toda la filmografía de Scorsese.
La falta de fe en su esposa es lo que arruina el matrimonio de Jake LaMotta en Raging Bull. Siempre está desconfiando de su esposa, imaginando que se acuesta con todos los hombres que le rodean, incluso con su hermano, por lo que el boxeador destroza psciológicamente, y más tarde físicamente, a su mujer. Una de las principales causas de su descenso a los infiernos es esa falta de fe, que le destroza en el apartado más personal.
The Last Temptation of Christ vuelve a ser la muestra más clara al tratar las dudas en la fe de Jesucristo que le podrían hacer caer en alguna de las trampas del Diablo. Poco podemos analizar ante un ejemplo tan claro en el que la fe espiritual y las convicciones vencen a la tentación de una feliz vida mortal.
El Dalai Lama no es cristiano, como todos sabemos, pero eso no impide que sea otro medio de plasmación de la gran importancia que Martin le da a la fe. El líder del Tíbet que nos muestra Kundun nos habla de la importancia otorgada a sus creencias por encima de todo y del cariño y el cuidado que le otorgaba a su pueblo. Jamás perderá la fe en los suyos, aunque sí cambiará su percepción del ser humano en general tras comprobar las atrocidades de las que es capaz el comunista Mao cuando invade su tierra.
Frank Pierce lleva tanto tiempo sin salvar a un solo paciente que, además de buscar una redención para sí mismo, demuestra haber perdido la fe absoluta en su trabajo. En ocasiones prefiere rechazar los encargos asignados por la central, aunque ello pudiese suponer la muerte de otro ser humano. En general se puede decir que ha perdido la fe en la propia vida tras haber presenciado sólo muertes en tantas horas de servicio nocturno. Noche tras noche busca recuperar la fe en lo que realiza y en su propia persona, tal y como nos narran en Bringing Out the Dead.

Referencias concretas de la fe cristiana

En los films de Scorsese también podemos encontrar algunas referencias, en ciertos casos incluso visuales, a detalles concretos y fácilmente identificables de la fe y tradición cristiana. No son muchos, y la tendencia general con el tiempo fue a desaparecer en su filmografía, prefiriendo las referencias a conceptos más abstractos y universales, que conciernen no solo al catolicismo, sino a cualquier religión profesada en el planeta. Analizaremos el caso concreto del film que contiene más referencias de esta clase.
Boxcar Bertha contiene algunas de las mejores y más evidentes referencias de este tipo. Las escenas en que Bill habla con los demás obreros explicándoles la explotación que sufren por parte de sus jefes parecen los pregones de un apóstol que insta a sus semejantes a seguir sus doctrinas. Encima de una tarima o algo similar, rodeado de un corro de personas que le escuchan entre fanáticas unas y escépticas otras. No en vano la policía hace acto de aparición, quemando las tiendas de campaña en que sobreviven y abusando de su autoridad de un modo brutal con la multitud, como si del mismísimo Imperio Romano se tratase. Además, Bertha (Barbara Hershey), la compañera sentimental y de fechorías de Bill, llega a prostituirse en un momento dado de la película, lo que permite establecer un símil con María Magdalena al poder representar Bill una suerte de Jesucristo, algo confirmado por la escena final de la crucifixión. Y cabe señalar el curioso dato de que María Magdalena también fue interpretada por Barbara Hershey en la visión expuesta por Scorsese en The Last Temptation of Christ.
Evidentemente, The Last Temptation of Christ retrata la vida de Jesucristo, pilar de la fe cristiana, pero, al realizarlo de un modo totalmente abierto, no es necesario un análisis ni ninguna interpretación en especial, por lo que no profundizaremos en ella.
Como hemos podido comprobar a lo largo de todos estos ejemplos de la influencia de la religión en las obras de este particular cineasta de pobladas cejas, la fe católica es una parte muy importante de su vida, un pilar de su existencia. Resulta totalmente inseparable de su carrera artística, y es bastante probable que resultase seducido antes por la iglesia que por la sala de cine. Es difícil no encontrar reflejos de las profundas creencias de Scorsese en cualquiera de sus obras. Puede que no siempre resulten fáciles de ver, o sean mucho más discretos que en otras ocasiones, pero siguen estando ahí para los espectadores más observadores. Ahora tenemos claro que no es casualidad que el que iba a ser el próximo proyecto de Scorsese nos narrase la historia de dos misioneros en Japón (finalmente esta película ha sido pospuesta por unos meses). Todos estos ejemplos nos hacen intuir que Scorsese tiene aún numerosas referencias religiosas que plasmar en sus films. Puede que incluso su recientemente desvelado anuncio, todavía en preproducción, y para el cual goza de libertad creativa absoluta, para Freixenet contenga otra constatación de su intensa fe cristiana; ¿quién sabe?

02 noviembre 2007

Invitación

VII Jornadas de Sociología
Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de Buenos Aires

Fotografiando Memoria(s)
Reflexiones sobre Imagen, Memoria y Juventud

Participan
Susana Murillo / Ricardo Parodi / Silvia Pérez Fernández

Coordinan
Sebastián Russo y Daniela Zampieri

Miércoles 7 de Noviembre - 10 hs. Aula 300 - Marcelo T. de Alvear 2230

Fotografiando Memoria(s) es un proyecto que surge a partir de un grupo de ensayos fotográficos realizados por alumnos/as de colegios secundarios públicos, en el marco de un concurso cuya temática fue “La memoria”. Estos trabajos fotográficos fueron acercados a ensayistas, investigadores y fotógrafos, los que realizaron textos inspirados en ellos. Los escritos, junto a las fotografías, están en camino a ser publicados, con la intención de promover/actualizar las reflexiones en torno a imagen, memoria y juventud.

Participan
Horacio González – Osvaldo Bayer – Elizabeth Jelin –Lucas Rubinich - Susana Murillo - Sandra Raggio – Silvia Pérez Fernández - Leonor Arfuch -Ricardo Parodi -Alicia Entel - Estela de Carlotto – Claudia Feld – Lidia Acuña – Ana María Careaga - entre otros…

Auspicia
Instituto Espacio para la Memoria (IEM) - Centro Cultural de España de Buenos Aires (CCEBA)

01 noviembre 2007

prénom bach. apuntes

straub hace una bella coreografía. la cámara está con la música. montaje preciso, pero belleza y cadencia no están de acuerdo. y el montaje se agota.

godard filma un violín, se escuchan tres instrumentos más, pero nosotros irremediablemente escuchamos ese violín. hace una sinfonía particular a través del montaje. donde la música ordena los elementos.

marc jardí