
... que estamos aquí. Hace un año, convaleciente de una ruptura profesional, decidí abrirme camino por mi cuenta. Había dos proyectos rondando en mi cabeza desde hacía bastante tiempo, sólo que nunca pude dedicarme a ellos porque tenía la mala costumbre de atender lo urgente antes que lo importante.
Usé la palabra "convaleciente" porque en enero del año pasado, y quizá debido en parte a aquella ruptura que yo misma provoqué, con las defensas muy bajas, sufrí una fractura que me dejó enclaustrada durante el verano porteño entre las cuatro paredes de mi cuarto.
Tuve todo el tiempo del mundo para pensar qué hacer con las herramientas que cuento, con la experiencia ganada a lo largo de los años, con todas las cosas que he ido relegando... Así que de la mano de mi pc y gracias a Internet pude visitar páginas, revisar los correos de los amigos, entre los cuales uno publicaba sus notas en un blog. Así apareció
Marc en el panorama de mi vida y la bitácora de
Yume era un mundo increíble para investigar. Blogger hizo el resto. Creé
kinephilos en 1... 2... 3...
Otro tema fue el nombre. Quería, porque se lo debo hace quince años, que estuviera relacionado con Andrés Caicedo, así que busqué
Cinesífilis (ése era el nombre que deseaba), pero alguien se me había adelantado... Mientras escribía una lista de los títulos posibles que se me iban ocurriendo, visitaba distintas páginas, hasta que llegué a la de
Daniel. Ya no tuve dudas, tendría mi blog, se llamaría
kinephilos y sería un homenaje constante a mi admirado Andrés.
Desde entonces,
kinephilos ha ido creciendo con dos características muy particulares: por un lado es un blog colectivo, pues lo armamos entre varios amigos que tenía o que se han ido sumando desde la blogósfera; y por el otro, reseña películas que no obedecen a la urgencia del estreno ni a las necesidades de la cartelera. No hay prisas, sólo hay el espacio ilimitado para escribir sobre el cine que vemos.
Quiero agradecer a mis amigos de hace años, a los que les conozco la cara, a los que sé que abrazan rico, a aquellos que saben de mí casi tanto como yo de ellos:
Paula Segovia (Barcelona), una de las primeras en publicar;
Marcela Barbaro (Buenos Aires), que se ha convertido en una amiga y en una colaboradora incondicional;
Alfredo Escalante (Caracas), que se ha sumado como un cómplice más;
Marc Jardí (Barcelona), por supuesto, el culpable de que estemos aquí, acompañándonos casi desde el comienzo con sus notas;
Pablo Abraham (Caracas), mi amigo desde hace muchísimos años, a quien admiro por su escritura tan perspicaz; y a
Elena Castiñeira de Dios (Buenos Aires), mi compañera "de almuerzos y de asombros", como ella dice.
No son los únicos. También están mis amigos del 2006, los que he ido haciendo gracias al blog y que se han incorporado como colaboradores de
kinephilos, también con gran compromiso y total desinterés. A ellos no los conozco cara a cara, pero intercambio mails y chats con frecuencia. Encuentro afinidad con sus intereses y los siento muy cercanos, tanto, que ya quiero conocerlos y darme cuenta que también abrazan rico:
Daniel Guzmán (Cali), amigo incondicional, compañero de mi caicedomanía;
Andrés Aparicio (Cali), curioso y talentoso, ha aportado inteligentes textos al blog;
Sebastián Russo (Buenos Aires: no sé qué espero para conocerlo), de
Miradas de Cine, tiene un estilo muy particular que me encanta, por lo sensible y por lo profundo; y
Daniel L.-Serrano (a. Canichu, Alcalá de Henares, Madrid), a quien sigo en su blog y que se ha sumado a este espacio recientemente.
No importa el orden, a todos los quiero y los respeto. A todos les agradezco que su aporte haya permitido que
kinephilos tenga el nivel que tiene. A todos les debo el esfuerzo por mantener vivo esto que nació con ánimo de ser algún día una revista. Somos suficientes como para integrar el staff de una. Ojalá que este año lo logremos...
También gracias a todos nuestros comentaristas, una cantidad de gente de la blogósfera que se ha sumado para apoyarnos. A quienes no se animan a comentar en el blog, pero lo hacen a través del mail, a los que nos leen, aunque no nos comenten... A todos ellos (a ustedes), mil gracias.
Liliana Sáez