28 noviembre 2006

La rosa púrpura del Cairo

Marc Jardí



Cuando ir al cine era como ir al cielo...
Buster Keaton: cineasta enorme.

...lo que sucede es que no conocemos el cielo, ni lo conoceremos (si existe) hasta el momento de nuestra muerte. Esto hace que el cine (como el cielo) se convierta en algo que idealizamos. Al cielo (como al cine) solo podemos viajar por medio de nuestra imaginación.

La rosa púrpura del Cairo es, creo yo, una película que trata este tema. El necesario viaje de una chica al cine, no solo para su disfrute, sino para evadirse de una realidad tortuosa. Este cielo que es el cine y esta necesidad de evadirnos, se convierten casi en una droga... y sí, el cine es una droga que cuenta con millones de adictos. Qué dependencia tan agradable.

De guión clásico e impecable, Woody Allen muestra el cine como único espacio de alivio ante personas que engañan, se prostituyen y piensan en ellas mismas.

Si hiciéramos un análisis de las herramientas y manera de proceder del acto teatral ante las del cine, los personajes de la película dentro de la película de La rosa púrpura del Cairo no podrían hablar de representaciones monótonas, puesto que la representación viva y casi idéntica del teatro es imposible en un hecho fílmico. Debatir este tema a veces me parece ridículo, no porque no pueda resultar un debate interesante, sino porque Woody Allen, como dije anteriormente, plantea un viaje a un mundo de imaginación, por lo tanto, supongo es mejor dejarnos llevar.

Interesante resulta entonces la pelea en la iglesia, en este espacio de representación, pelea un hombre real (Monk) contra un hombre ficticio (Baxter). Lo doloroso, o no, es que gana la vida real. Que el espacio elegido sea una iglesia es para mí interesante por este motivo: el matrimonio entre realidad y ficción no puede durar toda una vida.

Bella resulta entonces la secuencia en el prostíbulo. Un burdel, como un teatro o una iglesia, son espacios de representación, donde unos intérpretes realizan constantemente una función para unos espectadores. Las prostitutas encuentran en Baxter a una persona pura y sin complejos, a un intérprete como ellas. Dispuestas están entonces a ofrecer sus servicios de manera gratuita.

Aunque la realidad sea detestable, el humano no puede vivir en la fantasía, en un mundo de recreo. Porque la sala de cine después de esas dos horas se queda vacía y la vida que nos espera fuera de las salas es dura para algunos. Lo bonito de esta droga que es el cine es que podemos volver a ella y dejar que nos haga nuevamente olvidar nuestros pesares.

13 comentarios:

mimismidad dijo...

Me encantó el tono agridulce de esta película.

Liliana dijo...

Es cierto lo que dices, Marc, que lo real y la ficción no se la llevan tan bien.
Esta película es uno de los homenajes al cine que más me gustan, junto con Splendor, de Scola.

Canichu, el espía del bar dijo...

pero a veces puedes vivir lo real como una ficción, la cosa está en no empeñarse en hacer compartimentos estancos. Quizá el cine, como otras cosas, puedan abstraernos de la realidad, pero no tenemos que vivir la realidad con unas pautas definidas. Quien busca percepciones nuevas en su vida puede acabar enconrtrándolas.

Andrés David dijo...

Tengo que repetirla porque la vi hace años cuando no sabía quién era Woody Allen o Mia Farrow. Recuerdo que me encantó la fractura interna entre realidad y ficción (son palabras de hoy porque no sé que pensé entonces) porque es algo que me acompaña/acosa/inquieta desde mucho antes. Estoy de acuerdo con lo que dice Marc en el último párrafo y sin embargo, sin embargo...

Hace unos días pensaba que esa barrera ya no existe o es tan tenue que pasamos sin darnos cuenta de un lado a otro. Todo partía de cuestiones tecnológicas pero luego me fui para atrás y (re)descubrí que es un problema bien antiguo que se va vistiendo con la ropa de cada época. De cierta forma, todos vivimos en un mundo fantástico (no necesariamente de recreo) de nuestra propia creación y nos conectamos con otros mundos fantásticos. Lo extraño del asunto es que, viéndolo así, la realidad surge de esa interacción. Dejo aquí esta elucubración porque si sigo terminamos metidos en honduras peligrosas. El punto es que quiero leer la película teniendo en cuenta esto y ver como está llena de espacios de representación, donde unos intérpretes realizan constantemente una función para unos espectadores

Como dije, tengo que repetirla.

Liliana dijo...

Quizá no me expresé bien, sí creo que la fantasía llena nuestra realidad, qué sería de nuestras vidas sin ella... Lo que sí digo, es que comparto con Marc eso de que cuando vuelves a la realidad, te quedas con las ganas de permanecer en ese mundo fantasioso que te envolvió durante unas horas, incluso, aunque te lleves contigo algo de esa fantasía maravillosa.

Harry Reddish dijo...

Gran película y sobre todo muy original. Me gustó mucho. Muchas gracias por tu visita y gracias por enseñarnos de cine. Te sigo leyendo. un abrazo

Salud

Anónimo dijo...

Marc, me sumo a lo que dijo a Andrés. Tengo que volver a verla porque la ví hace mucho y bajo otra mirada.
Es cierto que la fantasía que vivimos dos horas se termina y nos encontramos en la sala con nosotros mismos y con una mezcla de lo vivimos, que también nos trasforma un poco. Nos suma. También es cierto que el cine ha representado la realidad más cruda, sin ninguna fantasía, como si quisiera darnos a entender que esa realidad en la que estamos inmersos no es mirada, no vemos lo que sucede a nuestro alrededor, por ende, el cine se encarga de enfatizarlo. Si no estamos viendo, ¿qué hacemos?, ¿en qué fantasía nos estamos moviendo?.
Fantasía y realidad, el hilo entre ambas es demasiado fino.
Saludos.

Dante Bertini dijo...

parece increíble que te hayas puesto a hablar de esta película, liliana...sos muy joven? es un clásico, quizás, pero me xtrañ que alguien se ocupe de un film de otra época cuando los estrenos, malos en su mayoría, se suceden vertiginosamente...vi también por allí a match point, una de las últimas alegrías, con the departed (infiltrados), que me ha dado el cine...por aquí no abundan los críticos que hablen sobre la película en sí y no sobre el tamaño de la recaudación, como si las moscas, porque son millones, no se equivocaran comiendo basura...

Liliana dijo...

Bienvenido a kinephilos, cachodepan. Tus palabras deberían ir dirigidas a Marc Jardí, quien escribió este post. Por cierto, Marc es muy joven, sí...
En este blog escribe un grupo de gente sobre pelis que les han gustado (no necesariamente deben estar en cartelera). Es uno de nuestros principios, ir a "nuestro aire".

andrés dijo...

y claro que lo idealizamos, porque es idea, porque no puede ser otra cosa. Son dos dimensiones, una cinta con muchas fotografías pequeñitas que pasan rápido y un sonidito sincronizado. Y los reyes son los padres. Era broma, no hablaba en serio. De verdad que no.

g. dijo...

Amé esta película....

Anónimo dijo...

Realidad.
Ficción.
Mágica simbiosis

Anónimo dijo...

Mi visión es distinta, Marc...

De hecho, Tom Baxter es un ser terriblemente desgraciado en el mundo real:

"De donde yo vengo las personas nunca te desilusionan. Son consecuentes, siempre puedes contar con ellos."

Cecilia, es una cínica sin malicia. Una desencantada que necesita de la fantasía para continuar:

"Así no encontrarás a nadie en la vida real".

Allen vive una fantasía perpetua. Es por eso por lo que pienso que rueda sin parar. Necesita hacerlo para vivir. En cierto modo, Woody Allen es Cecilia y "La Rosa Purpura de El Cairo" una película biográfica, salvando las evidentes distancias.

Saludos, Marc.