28 enero 2007

La cólera de Aguirre

Marc Jardí


Ya bajaban desde una montaña cuyo nacimiento está en el cielo. Pero no olvidemos que el largo y complejo movimiento de cámara delata poco a poco lo que realmente es: un grupo de hombres en descenso, metafórico.
OH, lentitud y elegancia.
OH, bello silencio de tensión casi insoportable.
Gracias Herzog por estos primeros planos y a ti Kinski por aguantarlos como nadie. Como nadie. Gracias por el mejor andar y la mejor contorsión en la historia del cine, aunque no haya visto toda la historia del cine.

Finalmente ya no sé si vi esa barca en la cima del árbol, no sé si las lanzas y los dardos se clavaron. Ni siquiera si esos monos te molestaron.
OH, delirio y alucinación que se esconde tras el ojo.
OH, cámara capaz de girar, girar y alocar.

Somos capaces de filmar espacios propios, impropios e intermedios. Espacios que inciden directamente en la acción. Espacios a los que hay que entrar. Espacios que influyen, definen y proyectan. Asociaciones de espacios. Espacios que se transfiguran. Espacios múltiples. El fuera de campo, la ausencia y el vacío. Sabemos abrir y cerrar espacios.
Todos son espacios creo yo, visibles.
Somos capaces de filmar en cuatro tercios o en Cinemascope.
Aparte de Dreyer y de Hitchcock, créanme, somos capaces de filmar todas estas funciones y variantes del espacio.

Pero Herzog enseña cómo se filma un espacio invisible. Un espacio que se dé gracias a los demás elementos cinematográficos. Un espacio que no existe ni se construye.
Un espacio que se crea.
Y creo que Herzog da un paso más que Resnais en El año pasado en Marienbad.

OH, espacio invisible, entraña del espacio.
OH, cine.
OH, cine.
OH, cine…

3 comentarios:

Liliana dijo...

Herzog, Kinski y la selva: Aguirre, Fitzcarraldo y Cobra Verde, lo barroco.
Herzog, Kinski y el encierro:
Woyzeck y Nosferatu, el orden.
En toda asociación de estos dos monstruos, la pasión y la furia (reprimidas o desbordadas), y el espacio, eterno protagonista, delator de estados de ánimo y turbulencias en la conciencia.
Dos genios.
Amo el cine de Herzog, amo a Kinski con su locura (ficticia o real) y amo a Aguirre (con su rebeldía, y otra vez: su pasión y su furia).

Canichu, el espía del bar dijo...

veo que encontraste la pelicula de la que hablamos en el pasado. Un saludo.

Raúl dijo...

Excelente tu artículo Marc!!!