1965: era una niña obnubilada por este rocker que me volvía loca. En la paz provinciana, no estaba muy bien visto y hubo alegría (de otros) cuando lo prohibieron por indecente. Yo pasaba cada sábado a la hora de la siesta esperando a ese hombre inquieto, vestido de negro, que bailaba parecido a Elvis y que poco a poco fue transformándose en un romántico empedernido.
No me perdía un disco, una revista o una película donde estuviera.
1998: de regreso a Buenos Aires, luego de veinte años lejos del país, mis hijos me regalan una entrada para verlo. Me acompaña mi hijo, uno de los pocos hombres presentes en el ritual entre Sandro y sus Nenas. No puede creer lo que ve. No puede creer que ese ser se adueñe del escenario, que saque voz de donde no tiene, que esa multitud de mujeres lo quiera tanto. Ese recital fue un viaje violento al pasado. Ahí estaba, cantando las canciones con las que me enamoré, con las que bailé, las que tarareaba todo el día... ahí estaba ese hombre repartiendo las mismas ganas de vivir.
Hoy, con todos los años que han pasado, puedo despedirlo con el mismo cariño de siempre, porque fue un tipo coherente, un hombre íntegro, que vivió para brindar alegría.
Adiós, Gitano. Hoy la Argentina está un poco más triste...
LS
2 comentarios:
ya lo he puesto en otros blogs:
que descanse en Rock!
también es parte de mi memoria.
Triste final y comienzo de año, Dante... será que se están aburriendo en el otro mundito? (también ya lo puse en fb)
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