01 abril 2013

Jorge Sanjinés en Buenos Aires

Liliana Sáez





Estuvo en Buenos Aires para asistir como jurado del Festival de Cine Político (21 al 27 de marzo) un cineasta que hizo historia, allá, por finales de los años sesenta, cuando además de presentar su ópera prima, Ukamau, la acompañó con un manifiesto en forma de libro, que se tituló: Por un cine junto al pueblo. Nos referimos al mítico director boliviano, Jorge Sanjinés. Un hombre que tiene sobre sus espaldas una de las cinematografías más coherentes de la región, a través de la cual le ha dado voz a seres con una gran dignidad, marginados de su historia, como son los indígenas del altiplano.
Sus afirmaciones, en la rueda de prensa que ofreció, no pueden venir sino de un hombre que nunca tuvo miedo de expresar la injusticia de sus compatriotas bajo regímenes dictatoriales verdaderamente crueles y amenazantes.
Con una descalificación a la crítica boliviana por considerarla racista, con un encuadramiento del lado del actual gobierno dirigido por Evo Morales, Sajinés sigue luchando por conseguir aquella utopía de finales de los sesenta y comienzos de los setenta, cuando los cineastas latinoamericanos (entre los cuales se contaban Glauber Rocha, Octavio Getino y Fernando Solanas, Miguel Littín, Tomás Gutiérrez Alea, el propio Sanjinés…) buscaban la expresión propia de un cine que caracterizara cada cultura desde sus raíces, dándole las espaldas a la industria foránea, para hablar de los desposeídos del continente, del hambre como estética y como violencia, de un tercer cine que los identificara, más allá de las líneas establecidas, como el industrial que producían los Estados Unidos o el culto cine europeo. Se trataba de hallar una manera de expresión que representara dignamente a los desposeídos de Latinoamérica.

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