Liliana Sáez
Nominado al Mejor Largometraje Documental para los Oscars 2013 y distinguido con el premio al Mejor Director por el Sundance Festival, 5 Broken Cameras ha iniciado su recorrido fuera de las fronteras palestinas para instalarse como una denuncia y un reclamo internacional. Como anécdota, al director palestino y a su familia los demoraron en migraciones cuando fue a presenciar su participación en la entrega de premios de la Academia, porque no entendían qué tenía que hacer un palestino en Estados Unidos.
Emad Burnat vive en Bil in, hoy ubicada a cuatro kilómetros de la Línea Verde que la separa de los espacios ocupados por Israel desde la Guerra de los Seis Días. A Emad le gusta la fotografía y desde niño soñaba con tener una cámara. La obtuvo en 2005, cuando nació su último hijo. Su deseo era registrar los avances del pequeño, su entorno familiar y amistoso. Pero lo alcanzó la realidad y un día enfocó hacia el paisaje y registró cómo las topadoras sacaban de cuajo los olivares, principal medio de vida de la aldea. Desde entonces se convirtió en un activista pacífico que iba registrando cada atropello de los colonos.
Emad puede dividir la historia de su militancia política en cinco partes (las cinco cámaras que ha tenido y que han sido rotas sistemáticamente por los soldados israelíes), que tienen que ver con el crecimiento de sus hijos y, coincidentemente, con algún hecho que ha marcado su historia con huellas profundas: un avance más cercano de la valla que va restringiendo su territorio, la detención de sus hermanos, la muerte del amigo, su propia captura y una operación quirúrgica que le ha dejado una cicatriz a lo largo de su torso, como terrible recuerdo de la fragilidad de la vida. Ha registrado la vida del pueblo y de sus habitantes más cercanos, sus miedos y su valor, las preguntas de los más chicos y la concientización que llevan a cabo los padres.
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