Alfredo Soderguit ya había ilustrado la novela de Sergio López Suárez, en la que se basa AninA, el primer largometraje animado uruguayo, que destaca por sus bajos costos de producción y la frescura de su propuesta, al exponer la experiencia de una niña de edad escolar que sufre las burlas de sus compañeros, debido a su nombre y apellidos palíndromos: Anina Yatay Salas.
En realidad, lo del juego de palabras es solo un pretexto para mostrarle a los más chicos cómo superar algunos ejemplos que dan los adultos y que no están tan buenos. Como el nombre de Anina, todo tiene su juego de espejos. La maestra bondadosa tiene como contrapuesta a otra más severa e injusta. Las vecinas que cotillean sobre la vida de los otros tienen como contrapartida a los padres de Anina, que entre juego y juego van explicándole a la niña por qué senderos debe recorrer el camino de la infancia. Por supuesto que entre los chicos también habrá los respectivos confrontamientos, por lo que entre la amiga y la enemiga de Anina se tenderán algunos lazos que en una primera instancia serán conflictivos, pero gracias a una prueba a la que las somete la directora del colegio, se establecerá una larga espera que servirá para poner las cosas en su lugar.
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