Elías Querejeta es sinónimo de producción. Un caso extraordinario en el panorama del cine español desde el tardofranquismo a la actualidad, no sólo por la cantidad de películas que ha financiado, sino sobre todo por la calidad de muchas de ellas, fundamentales de la cinematografía de la península.
En sus inicios está la voluntad de dedicarse al guión y a la dirección. Tras un tímido intento compartido con Antonio Eceiza, en 1963 ingresa como productor ejecutivo al equipo de trabajo de Jorge Grau, que estaba filmando Una noche de verano. A partir de allí iniciará una trayectoria como productor que lo situará fundamentalmente junto a Carlos Saura y Víctor Erice.
Es posible que ninguno de ellos hubiera alcanzado la estatura que tuvieron en los años setenta si no hubieran sido apoyados por este coloso de la producción, que se animó a sostener un cine intelectual que ficcionaba su mensaje político en guiones que obligaban a leer entre líneas para eludir la censura franquista.
Decir que Saura le debe la producción de su múltiple cinematografía tardofranquista, es poco. Con él caminó los senderos del fin de la dictadura y de la transición. Y hoy, nuevamente, después de cerca de treinta años de haber recorrido rutas diferentes, vuelven a unirse para realizar 33 días, un filme que recreará las jornadas en que Picasso pintó el Guernica. El tema y el reencuentro de estos dos socios en la cinematografía nos dejan en suspenso y expectantes por ver si Saura vuelve a aquellas propuestas jugadas o si prefiere quedarse en la comodidad con que ha filmado durante la democracia.
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