15 noviembre 2013

Éxodos involuntarios. Un puente entre América (Argentina) y Europa (España)

Liliana Sáez


huesos que fuego a tanto amor han dado
exilados del sur sin casa o número
ahora desueñan tanto sueño roto
una fatiga les distrae el alma
Juan Gelman, Fragmento de Nota XXII

Permítanme realizar un texto muy personal sobre estos éxodos involuntarios, un camino que tiene un tramo autobiográfico, y que es lo que me ha seducido para participar en la sección dedicada este mes a las crisis que azotan, directa o indirectamente, a nuestros países.
Provengo de una región que casi se cae del mapa, en un Sur frío durante agosto y muy cálido en enero. Con grandes extensiones de tierra, en su mayor parte deshabitadas, dispuestas a albergar a “todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”, como reza el Preámbulo de la Constitución Nacional. Una frase que de estudiante debía repetir como una letanía imposible, ya que pasé gran parte de esa etapa de mi vida bajo dictaduras militares que impedían el curso de las libertades civiles que predicaba la Carta Magna.

En un principio fue el Verbo
Y un día llegó el primer llanto del Indio;
en la mañana del descubrimiento,
saltando de la proa de la carabela,
y del cielo de la raza en derrota
cayó al volcán la primera estrella.
Andrés Eloy Blanco, fragmento de El río de las siete estrellas
Imagino grandes poblaciones que desembarcan. Sí, imagino gentes que bajan de los barcos, frente a las costas que ofrece el Atlántico en la desembocadura del Río de la Plata. Hombres cansados de navegar en busca del Dorado y que vienen con una Biblia bajo el brazo a evangelizar a los salvajes. Me pregunto si huirían de alguna crisis económica y me respondo que más bien huían de una situación personal donde el viaje a lo desconocido (las Indias) suponía la redención de una vida marcada quizá en muchos casos por el delito.


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