12 noviembre 2016

Zaneta (Cesta ven), de Petr Václav

Liliana Sáez

Zaneta

Praga es como un guante de gamuza, me dijo un amigo, luego de visitar la ciudad que ostenta aún el brillo que le dio el Imperio Austrohúngaro. Los palacios y los puentes sobre el río Moldava siguen maravillando a los turistas, que no se cansan de plasmar con sus cámaras el paisaje arquitectónico e histórico que la ciudad ofrece. Esta es la imagen que prevalece al mencionar la capital de la República Checa. Sin embargo, hay otra realidad más allá de los esplendores que aún brillan para el visitante. Incluso, hay una realidad más allá de los barrios habitados por la mayoría de la población checa, que trabaja día a día para sustentar su modo de vida. En los suburbios, donde alguna vez la industria fue el motor del país, las fábricas de paredes descascaradas, salones abandonados y puertas rotas, sobrevive el 0,3 % de la población romaní, gitanos que por su nomadismo y cultura suelen ser perseguidos y discriminados.
Es parte de la historia, también, la persecución de los gitanos durante la Segunda Guerra Mundial, donde eran recluidos en campos de concentración y exterminados masivamente. Bajo el comunismo, intentaron integrarlos a la sociedad, ofreciéndoles trabajo y educación, pero desconociendo su cultura de trabajo más artesanal y de tribu nómade, por lo que de alguna manera, también sufrieron una discriminación por sometimiento a reglas que para ellos no eran justas.
Con el neoliberalismo, las fábricas donde trabajaban dejaron de funcionar y pasaron a integrar el paisaje marginal de la ciudad. Entre barriales, aguas servidas, construcciones decadentes, esta etnia malvive tratando de integrarse a una sociedad que la rechaza sistemáticamente.
Zaneta trata ese tema, a través de la historia de una pareja, padres de una niña y tutores de una adolescente, que no sólo luchan para mantenerse unidos, sino también para sobrevivir en un ambiente hostil que les reclama periódicamente asistir a las oficinas sociales, donde deben dar cuenta de su actividad, del origen de sus escasas pertenencias, de su estado de salud, con normas rígidas, que en su condición cultural les cuesta seguir. Como son discriminados de todos los sitios (de las fábricas por no tener una formación educativa, de los ambientes festivos por no ser blancos, de las viviendas por no poder pagar…), de alguna manera son empujados a buscar medios alternativos y no muy legales para sobrevivir.

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