07 mayo 2019

Aniara (Pella Kågerman & Hugo Lilja, Suecia, 2018)

Liliana Sáez


Basada en el poema épico del Nobel Harry Martinson (1956), su historia transcurre en una nave espacial que transporta colonos a Marte, ya que la Tierra se ha vuelto inhóspita para sus habitantes. Durante los primeros años de navegación, los tripulantes encuentran refugio espiritual en MR, una máquina que proyecta imágenes tranquilizadoras de un planeta habitable, de seres queridos que están lejos, hasta que, en un momento proyecta la destrucción de la Tierra, luego de lo cual queda inutilizada. Al morir MR, muere el resguardo espiritual de los pasajeros, dejándolos a cargo de una sociedad que irá buscando refugio en otros espacios muy parecidos a los que han llevado a la Tierra a sucumbir.
Si bien es una de las propuestas más valiosas de la Competencia Internacional, no logró ningún reconocimiento. Esta historia de pasajeros eternos, mal organizados en una nave que se convertirá en un cementerio, está ambientada en un clima que desciende desde los espacios luminosos de la maravillosa nave, que tiene previstas todas las necesidades de sus pasajeros, hasta los oclusivos y deprimentes del final, cuando ya se han inutilizado los aparatos de bienestar y se desarrollan los vicios típicos de una sociedad enferma. Esta mirada distópica se apoya en el poder de algunos detentan sobre otros, en las creencias como salvadoras impotentes, para condenar a los pasajeros, que van alterando su personalidad en función del entorno en que les ha tocado esperar… esperar hasta que les llegue la muerte. Luminosa presentación de las posibilidades de la ciencia y lapidaria conclusión sobre las esperanzas de la supervivencia humana.



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