03 mayo 2019

Liliana Sáez y Marcela Barbaro




Como cada otoño, Bafici (Festival de Cine Independiente) inauguró la 21° edición en el Anfiteatro de Parque Centenario, con la proyección de la película argentina Claudia(Sebastián de Caro, 2019), de la que se ocupa Alexandra Vázquez. Con cambio de sede, en un barrio más alejado de la zona neurálgica de Buenos Aires, con salas más pequeñas, de menor calidad y con menos funciones a las que nos tenían acostumbrados, se abrieron más espacios (algunos no convencionales) de proyección.
El balance tan acotado obedece a la situación económica del país, donde la inflación se ha disparado, pero también a una política institucional, donde prevaleció el espectáculo en lugar del encuentro íntimo entre el espectador y el filme, de  la reflexión a través de ensayos y conferencias, como en otros años. Ese desnivel de calidad pudo también comprobarse en la ausencia del filminuto que abría cada proyección. Este año un personaje disfrazado de búho (aunque más bien parecía una piñata) daba la bienvenida, en una realización audiovisual paupérrima. El festival se abrió al público, ofreciendo actividades recreativas gratuitas en una maratón que incluía talleres de maquillaje, de peluquería, de baile, de escenografía, de vestuario, de origami, de historietas, etcétera. Hubo música, proyecciones al aire libre en un cubo gigante durante el día, con la consecuente falta de nitidez en las pantallas. Por segundo año consecutivo no hubo Diario del Festival y fue el primero en que Bafici no editó ningún libro.

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