10 julio 2014

Enemy, Denis Villeneuve. Canadá, España, 2013.

Liliana Sáez


En 2010, el canadiense Denis Villeneuve aparecía en el panorama cinematográfico internacional gracias a la nominación de Incendies como mejor película extranjera en la entrega de los premios Oscar. Luego, conocimos Prisioneros (2013), un policial con fuerte carga simbólica, adaptado de la obra del dramaturgo libanés Wajdi Mouawad. Enemy es su sexto largometraje, basado en la novela corta de José Saramago. Un thriller psicológico en el que el simbolismo cobra un mayor protagonismo.
Del mismo modo que en El doble, la novela psicológica de Fedor Dostoievski, el protagonista escinde su personalidad entre sus deseos personales y sus frustraciones, en Enemy, Adam (Jake Gyllenhall), un profesor universitario hastiado de su gris vida cotidiana, descubre que Anthony, un actor mediocre, se le parece excesivamente. La obsesiva búsqueda de su doble, la insistente necesidad de encontrar en él rastros de su propia vida, llevan a Adam a realizar un recorrido no sólo físico, sino también existencial. Estos dos hombres tienen como contraparte a sus parejas. El profesor mantiene una relación desmotivada con su novia Mary, mientras que el actor espera junto a su celosa esposa Helen, a su primer vástago.
Si la novela nació en la mente de Saramago mientras se afeitaba frente a un espejo, cobró la apariencia que hoy vemos en la pantalla luego del encuentro enriquecedor de los tres protagonistas masculinos, responsables de la película: su director, el guionista (Javier Gullón) y el actor, quienes aportaron sus propias experiencias personales para dotar a los personajes de características que pudiera permitirle al filme deslindarse de la carga literaria que lo precede.

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