06 mayo 2018

Pig (Khook, Mani Haghighi, Irán, 2018)

Liliana Sáez



Desde hace ya varios años, la industria cinematográfica iraní ha sido víctima de la censura y la persecución. Mani Haghighi retrata ese estado de ánimo cultural en su largometraje Pig en un tono de comedia negra.
Hassan, un director de cine censurado asiste con poca resignación y gran desesperación a la infidelidad de su actriz fetiche que, cansada de esperar por su próxima película, se pasa a las huestes del gran rival del cineasta. Mientras, la industria se ve diezmada de sus principales directores, que van siendo decapitados uno a uno por un asesino serial. Hassan, en su eterno lamento por la falta de posibilidades de rodar, por la deserción de su musa, está más preocupado de por qué no encabeza él la lista de asesinatos.
La comedia permite desvelar las relaciones del artista con su desopilante madre y su hija comprensiva, con sus mujeres (la esposa, la amante y la actriz predilecta), con su gran e incondicional amigo, con su eterno rival, con la implacable policía e, incluso, con el asesino… todo, a partir de un malhumor constante que no opaca los altos niveles de egolatría y autocompasión del personaje.
La gracia de la película funciona sobre todo con esa desesperación de Hassan por pertenecer a la lista de asesinados y cómo operan las redes sociales en su contra o a su favor, pero la historia insólita y la estética bizarra del filme la baja unos cuantos escalones de cualquier predilección.

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