Liliana Sáez
Una pareja en la cabina de un avión. Ella dormita, él se abandona a sus pensamientos con la mirada perdida.
La misma pareja en el ascensor de un hotel internacional. Él dormita apoyado sobre ella.
Una habitación de hotel en penumbras. El baño. Colores neutros. Asepsia.
La historia podría suceder en cualquier ciudad. Pero unas líneas del diálogo nos dicen que esta pareja viajó desde los Estados Unidos hasta Bangkok para asistir a un funeral.
El bar del hotel. El hombre bebe. El barman conversa con él. Una joven mochilera oye (y nos hace oír) música. Delgada, desgarbada, con una apariencia descuidada, se acerca al hombre. Nos enteramos que se llama Ploy y que espera a su madre, que debe llegar de Estocolmo.
Ploy es también el nombre del film del tailandés Pen-ek Ratanang. Una de esas películas que te quedan resonando después de haberlas visto. Su puesta en escena es tan cuidada, que da gusto ingresar en los mundos asépticos en los que transcurre la acción.
Tres mujeres, tres historias enlazadas en una sola. La esposa que, a lo largo de los años de casada, sufre celos, desconfía de su esposo y se siente insegura de su amor. La joven que desprejuiciadamente ingresa en la vida de la pareja para mover sensaciones adormiladas. La mucama que mantiene con el barman un romance clandestino.
Los límites entre la realidad y el sueño, entre lo que sucede y lo que se piensa, entre lo onírico y lo vívido, entre lo que se siente y lo que se sincera, no están definidos.
Los ambientes despersonalizados (aeropuertos, cuartos de hotel, ascensores, bares, aviones…) son el marco preferido de este director para mostrar cierta quietud (aparente), cierto orden espacial, donde se desarrollan historias contenidas, donde las situaciones son llevadas al límite sin que nos demos cuenta.
Por eso Ploy atrapa. Formalmente es impecable. La atmósfera, la fotografía, la luz es cuidada al extremo. No hay colores chocantes, no hay elementos de utilería que estén fuera de lugar. Incluso en la única secuencia que transcurre en un depósito de cosas inútiles, muy desordenado, sucio, sin luz, el caos enmarca perfectamente la acción de violencia que allí se desarrolla.
Las escenas están encadenadas por largos negros, mientras que un ruido sordo sirve de fondo a los momentos de mayor tensión donde no se habla, por lo que la atmósfera se torna pesada.
Los encuadres seleccionan parcialmente un rostro, un cuerpo, un detalle del espacio, informándonos mucho más de lo que hay fuera de cuadro. Algunas escenas nos remiten al inicio de Frantic (Roman Polanski) o a los momentos compartidos en la habitación del hotel en Lost in traslation (Sofía Coppola), aunque en Ploy, los personajes están de regreso en su país, pero sufren, como en los casos de los dos films citados, la soledad de un lugar no-suyo: la mujer que se esconde detrás de unas gafas oscuras; el hombre que en posición fetal llora en la bañera; la joven que se asoma detrás del diario que escribe.
Lo que queda después de ver el film es un dejo de tristeza, porque a pesar de resolver la historia hacia un final más que forzado para dejar las cosas en buen estado, lo vivido, y sobre todo las escasas líneas del diálogo (por ejemplo, la afirmación: “Discutimos porque no tenemos más qué hacer”; o, ante la pregunta: “¿El amor tiene vencimiento?”, la temible respuesta: “Sí”), nos hunden en la misma pesadumbre en que están sumergidos los personajes.
Ese final es lo único que saca del estado de embobamiento en que el espectador permanece durante toda la película. Lamentablemente, Ploy se extiende cinco minutos de más, cuando el autor podría haber dejado un final abierto más convincente que la clausura que le da. El plano de la mucama acostada boca arriba sobre la cama, entonando una canción con su voz clarísima, hubiera sido un buen cierre.
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(*) Ploy fue exhibida en el marco del Bafici 2008.
29 mayo 2008
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14 comentarios:
Liliana.
¿Sabes si la exhiben en alguna sala?. ¡Me encantaría verla!
Ayer vi EL DESIERTO NEGRO de Gaspar Scheuer y me encantaría, si la ves o si ya la viste, saber qué te produjo.
Lamentablemente es lo que sucede con los festivales, una lotería: ves una buena película y luego te quedas sin poder compartir la opinión que te genera. Habrá que estar pendiente de alguna muestra de cine minimalista (éste film lo es).
EL DESIERTO NEGRO: No la he visto. Tomo nota y luego la comentamos, te parece?
que vos apuntaría en mi agenda "escribir cien veces "empezar a publicar mis relatos"" y/o "empezar a escribir mis relatos" y/o "empezar a .... mis relatos".
Es tan lindo el principio de lo que escribiste, y está tan bien logrado que...enfin eso, ya sabés.
bso.
pd: después claro, lo de la peli, que lo apunto también. Pero sobre todo decirte eso. Más besos, de esos, de los que sí.
Lo que cuentas no me da ningún deseo de verla (me gusta el cine donde suceden cosas y emociones más concretas; me asustan esos silencios que huelen a "modernismos", a la nouvelle vague cuarenta años después), pero también me recuerda en algo a "Algunas cosas que sé de Lola", del franco-español Javier Rebollo.
En esta hay un cuidado preciosista de cada plano sin descuidar la historia y los personajes. En Lola nada sobra ni falta. Esta historia está contada en imágenes tal cual estuvo escrita y no se sabe qué medio descansa en el otro. También la vi en Lleida y te la recomiendo.
Geo, falta mucho para eso. Mucho, mucho... Pero se aceptan los besos y el cariño que hay en tus palabras. Gracias, de las de verdad.
Cachito, no es que no pase nada. Describir los planos que parecieran no decir nada nuevo fue solo plasmar lo que ha quedado después de... de más de un mes de haberla visto. Sigue resonando, por lo que creo que no es una película donde no pase nada. Tampoco he contado todo. Sólo se excede en el final, y quizá haya un toque de misoginia en el mensaje. Pero vale la pena verla, claro que sí, porque sí pasan cosas allí.
Lo que sí te puedo decir es que esto es cine, cien por ciento.
También tomo nota de la peli que me recomiendas. ¿Llegará aquí algún día? La agrego a la lista de recomendaciones y la espero con ansias.
Un abrazo.
Posiblemente la puedas encontrar en cedé o video. Tuvo muy buena acogida en varios festivales. La actriz es Lola Dueñas, la productora Lola Mayo. ¿Sin Lolas no hay paraíso?
Me has embaucado con este post, Liliana. No es la película...es tu forma de presentarla. Eres genial. Un abrazo enorme.
Pues habrá queverla, anque comopasa siempre con este tipo de películas, será bastanta difícil de encontrar
...en todo caso falta para dos de las tres posibilidades, la primera y más difícil ya ES. Felichidadi.
Lena, quiero leerte... En tus palabras hay cariño, gracias por eso. Besote.
Dr. Spawlding, es posible que puedas acceder a ella, pues los organizadores del Bafici dicen que Pen-ek es hombre del Baff. Ojalá puedas verla. Abrazo.
Geo querida, gracias por tu apoyo. Estoy trabajando para eso. Ahí vamos, poquito a poco. Besazo.
Me ha fascinado leerte. De hecho acabo de hacerlo, aunque hace ya mucho que escribiste esta crítica, porque Ploy era uno de mis objetivos del BAFF y no la pude ver. Así que quise esperar a verla (acaba de ser ahora) para leer estas líneas y contrastar opiniones.
Como a tí, me parece una muy buena película. Me parecen fascinantes los ambientes escogidos. Espacios de paso, donde parece que el tiempo se detiene y se puede palpar el aire. Aunque sea una paradoja, puesto que en esas atmósferas "eternas" (ese avión, esa habitación del hotel, esa cafeteria, los pasillos, etc.), para los personajes que la habitan no son sino un pequeño recodo espacio-temporal en sus vidas. Son lugares efímeros, como la vida de la abuela de ella, como ese amor entre ellos que se ha esfumado tras siete años e relación. Es curiosa la conexión en la elección del viaje como motivo para representar la crisis amorosa con el "Viaggio en Italia" de Rossellini o "Un couple parfait" de Suwa.
La fotografía como bien dices, me parece magnífica. Esos colores fríos, constantes, apropiados... tan sólo rotos por ese momento de inflexión...
Me encantó lo que comentas del final, la verdad es que cuando empezó la escena de la muchacha acostada en la cama entonando la canción, pensé que iba a terminar la película. Tal vez casi inconscientemente el cuerpo me pedía que fuera así. Por eso, estoy totalmente de acuerdo contigo.
le puse imágenes a tu magnífico texto en mi blog.
Un abrazo
Gracias por tu comentario, Yorgos, completa mi visión de la película.
Lo que digo sobre el final, se lo planteé al propio director, ya que ofrecía un debate al finalizar la proyección. Dijo que no se le hubiera ocurrido cerrar allí, que era la primera vez que alguien se lo sugería y que es una opción para revisar.
Me quedé pensando si en nuestro imaginario occidental un final abierto, como el que propongo, es más lógico que un final cerrado, como el que él ofrece. ¿Qué tan pesimistas somos en este lado del mundo que nos seduce más la falta de concreción...?
En fin, hay varias cosas para decir de esta película. Es de las que merecen un café y una charla larga para dedicarles.
Un abrazo.
Algunas escenas también me remitieron a In the mood for love como la del taxi al final.
Saludos.
Sí, de hecho es la película más parecida al cine de WKW que he visto de Ratanaruang hasta hoy ¡y eso que no está Christopher Doyle!
Notable reseña.
La película, un orgasmo. Un abrazo!
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